Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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The Adicts

Dios salve al punk

Cronista: Gentileza: Leandro Falcón | Fotos: Beto Landoni

27 de Marzo, 2009

Dios salve al punk

Los ingleses de The Adicts se dieron una vuelta por Latinoamérica para presentarse junto a otras cuatro bandas locales en un verdadero festi-punk.

La previa del show se rodeó de polémica por un confuso episodio ocurrido en la marcha anti-fascismo del 24 en marzo que, gases lacrimógenos de por medio, terminó con la destitución de una de las bandas soporte “Frente de Oi!” por supuesta afiliación al nazismo, aunque los miembros de la misma banda lo desmintieron.

De antesala hubo cuatro bandas, todo un festi-punk lleno de horror: “Horror Vendetta”, “Horror Humano”, “Horror Biz” y “The Cash”. “Es que la fecha es un horror”, bromeó alguien en la puerta. Antes de la última banda soporte, poca gente estuvo presente y los que estuvieron no tuvieron grandes reacciones hacia los animadores.

La cosa empezó a levantar cuando subió al escenario la última banda soporte, Horror Biz, un power trío tributo a los “Misfits” conformada por dos mujeres (bajista y guitarrista), junto a un baterista. La cantante y guitarrista simplemente sugirió “loco, pueden ponerse por acá” y el público se acercó. Un recurso que les hubiera servido a las bandas anteriores. Este power trío puso la adrenalina a flote (aunque con justicia, las luces principales se prendieron con ellos) y dio la nota principal para lo que se venía. “¡¿Les gusta o no les cabe una mierda?!”, inquirió el baterista a través de los micrófonos de toma del bombo. El público estaba contento.

Luego fue el turno del plato principal. La banda que se formó en 1975 en la ciudad de Ipswich bajo el nombre “Afterbirth” y luego “The Pinz” anunció el principio del show con la música de “La Naranja Mecánica”, el libro de Anthony Burgess que el director de cine Stanley Kubrick convirtió en clásico ineludible y que trata sobre una sociedad futurista en donde un grupo de jóvenes se dedican a ser ultra-violentos sin remordimiento alguno.

Se abrió el telón y un violinista disfrazado de Alex, el personaje principal de “La Naranja Mecánica” empezó a entonar “El Himno a la Alegría” de Beethoven, pero en versión punk, o sea, bastante más rápido y con “1, 2, 3, go” en el medio. El cantante Monkey se dedicó a tirar papelitos de colores y a saludar a la concurrencia nacional en una especie de tapado colorido.

Lo que pareció en un principio otra fría noche de viernes porteño lubricado en alcohol, se convirtió en un terrible pogo punk rock; de esos en donde la gente se golpea pero sin intención de herirse. Tal vez, luego de saltar, pegarse, patear y escupirse; no queda nada peor que se le pueda hacer a una persona, y de ahí surge la verdadera amistad punk rock.

Una prueba de eso fue un gracioso episodio que tuvimos la suerte de presenciar: un tipo que estaba parado en la tarima del sonidista, elevada cerca de 2 metros de altura, cruzó la baranda y se paró en los hombros de otro que se encontraba abajo, poniendo un pie en cada hombro. El de abajo, desequilibrado, cedió ante el peso del primero y cayó de cara al piso, junto con el de arriba.
Cuando se levantaron, uno esperaba alguna especie de reacción violenta, ya preparándose para culpar a los inadaptados de siempre. Pero no, los dos sujetos se levantaron, se miraron, se rieron y corrieron abrazados hasta el centro del pogo, a lastimarse un poco más. Eso es punk rock!

En “Bad Girl” el guitarrista Scruff preguntó por el micrófono, “¿Ladies? ¿Where are the ladies?”. Las cuatro personas del público que entendían una pizca de inglés empezaron a revolear mujeres arriba del escenario para que bailaran y corearan la canción junto a la banda y al público.

Así pasó la visita inglesa de “The Adicts” por nuestro país, en un marco festi-punk, dándole la razón a los que dicen que el punk no está muerto, solo huele raro.

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