Sacrum
Men in black
25 de Septiembre, 2008
Sacrum presentó su disco “Cognition” en un show de vuelo internacional.
Con cinco años de vida, Sacrum pegó un salto hacia el gran público cuando fueron elegidos para telonear a Dream Theatre en el primero de los conciertos que la banda estadounidense diera en el Luna Park en marzo de este año. Para presentar su primer álbum, el grupo no podía elegir un lugar mejor, ya que el ND Ateneo es el ámbito justo para que el grupo despliegue todo su potencial, que está lejos de ser sólo musical.
Con algo de demora, se corrió el telón y ya la primera impresión auguraba algo distinto. La escenografía reflejaba, en una interpretación posible, la sala de operaciones de un laboratorio ultra sofisticado, con las máquinas de humo funcionando a pleno y luces rojas como única iluminación. Los músicos fueron progresivamente ocupando sus lugares para dar lugar a “The dream prisoner”, el demoledor comienzo de una noche alejada de los estándares del rock local. Es que desde el vamos, la propuesta de Sacrum tiene un perfil claramente internacional, y no sólo por el hecho de cantar en inglés. Una estética bien cuidada, con el negro como rasgo predominante, y una puesta en escena impactante en la que cada detalle está perfectamente calculado. Como aspecto sobresaliente, cabe destacar el bombardeo de luces que desde el escenario acompaña los vaivenes sonoros con dos tipos de parrillas: lejos de tecnicismos, unas al estilo reflector de jardín, y otras similares a las torres de de las canchas de fútbol
La música del cuarteto hace pie en el metal progresivo, pero viaja desde lo más clásico hasta lo más extremo del género, y se permite algunos guiños al pop. La versatilidad de los músicos deja de manifiesto estos matices, aunque la banda se siente más cómoda en la velocidad que en la quietud. La base es rotunda y súper ajustada. Agustín Acosta se destaca tras los parches con el doble pedal machacando permanentemente el bombo, mientras Diego Cipolla recorre con soltura su bajo entregando cada nota en su lugar. Pero como injustamente suele ocurrir, las palmas se las lleva Martín Guerrero, el notable guitarrista que solea todos los temas con una velocidad envidiable, además de manejar con criterio los varios climas que suelen recorrer las canciones. Mención especial para Emanuel Pérez, invitado en teclados y sintetizadores y cuya máscara anti gas que lo acompañó durante toda la función cobrará sentido hacia el final del concierto.
Talo Silveyra, por su parte, tiene la difícil misión de ser el frontman de una banda de este estilo. Su registro es correcto y versátil y, aunque pierde en el mano a mano con los instrumentistas, supera alguna dificultades asumiéndose como performer, ya sea simulando un suicidio con disparo y sangre incluidos (en “In memory”) o en un roleplay con dos señoritas apenas vestidas que provocó la envidia de la platea masculina (Keeping me alive”). Además, el plano de la voz no sobresalía con la suficiente nitidez, (en estos casos nunca queda claro si es por una decisión artística o por problemas de sonido, aunque dado el profesionalismo de la banda, nos inclinamos por lo primero), lo que sumado a las dificultades en la comprensión del ocasional escucha, hizo que el sentido de lo que se decía fuera simplemente una anécdota. Está claro que a la hora de tomar decisiones, una banda asume una postura, y el mensaje de sus letras no está entre las prioridades de Sacrum.
“Cognition”, “Survive”, “Pressure”. Los temas de se sucedieron pero con pausas demasiado largas entre unos y otros. Es sabido que asumir riesgos de producción puede acarrear estos contratiempos, pero es un aspecto a corregir en un futuro, sobre todo cuando parte del público parece competir en una suerte de “show del chiste” El único cover de la noche fue una versión de “Kids” de Robbie Williams, naturalmente mucho más acelerada que la original y con las voces invitadas de Josefina Silveyra y Julieta Guerrero. La guitarra acústica le dio ribetes cancioneros y melódicos a “Midnight sun”, el tema elegido para cerrar formalmente el show.
Las luces se apagaron y se proyectó el trailer promocional del concierto, protagonizado por el reconocido actor Norberto Díaz, presente en la sala, quien interpreta a un científico con algunas dificultades a la hora de clonar humanos. Una vez finalizada la proyección, los músicos volvieron a escena para ejecutar “Made as one”, ahora vestidos y maquillados íntegramente de blanco y como los clones de ellos mismos. Con movimientos robóticos durante la canción y un cierre con los artistas desplomados sobre el escenario y el tecladista quitándose por primera vez su máscara, la banda redondeó conceptualmente un show inquietante.
Con un sonido demoledor, músicos talentosos y una escenografía audaz y generosa, Sacrum brindó un concierto distinto. Si algún desprevenido pasaba por el ND, seguramente se le escapaba un “¡Cómo suenan estos gringos”!
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