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Megadeth

“Ustedes son geniales, nosotros somos Megadeth”

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

28 de Mayo, 2008

“Ustedes son geniales, nosotros somos Megadeth”

“La Sinfónica del Colorado” escribió en el Luna Park un nuevo capítulo en la romántica historia mantiene con Buenos Aires.

Que el público sudamericano en general (y el argentino en particular) es más cálido que en otros lugares del mundo es cosa sabida. Sin embargo, hay algunas bandas con las que ese vínculo toma dimensiones descomunales, al punto de tratarse casi de una relación de amor. Así como Los Ramones tuvieron su amorío con la ciudad del Río de la Plata en su momento, Megadeth es otra de esas bandas que através de los años han demostrado que acá juegan de local.

Más allá de la demagogia que puede haber en algunos músicos en cuanto a camisetas y banderas sobre el escenario, lo cierto es que Dave Mustaine (guitarrista, cantante, compositor, fundador y en líneas generales, Megadeth propiamente dicho) nunca escatimó palabras de alago para con sus fans argentinos. Tanto, que durante más de diez años prometió y recontra juró que grabaría un disco en vivo en nuestras tierras. Sin embarego, los shows de Ferro ’97 y Parque Sarmiento ’98 nunca vieron la luz oficialmente (sí se podían conseguir en el Parque Rivadavia) y en el 2001 los atentados del 11 de septiembre llevaron a la cancelación de la gira y el disco finalmente fue grabado… en Denver, aunque “dedicado a los fans de Argentina”.

Pero para esta vez, Megadeth llegaba por primera vez con la promesa cumplida: después del Obras al aire libre en 2005, la banda editó el DVD “That One Night: Live In Buenos Aires”, como para que el resto del mundo pueda corear el “Aguante Megadé..” sobre Symphony of Destruction. Tal vez por eso las entradas parecieron evaporarse para el doblete en el Palacio de los Deportes, en donde Horcas ofició como acto de soporte.

Precisamente, la noche del miércoles comenzó con la banda de Walter Meza presentando un puñado de temas de su disco “Asesino” (2006) para luego dar lugar a sus piezas más clásicas como “Reacción”, “Argentina” o “Vencer”, como siempre, en recuerdo del difunto Osvaldo Civile.

De todas maneras, eso era apenas un aperitivo. La explosión y el climax llegaron cuando cayeron las luces y todos reflectores acompañaron la entrada, en soledad, del “colorado” Mustaine al ritmo de “Sleepwalker”. Lamentablemente el sonido tardó algunos minutos en acomodarse, aunque en cierta manera, “sirvió” que se tratara de un tema de su última placa, para que todo esté listo al momento de arrivar los temas más legendarios de la banda.

Y es que justamente, más allá de alguna visita ocasional a su etapa más reciente (apenas tres temas del disco nuevo), la noche se vio inundada de clásicos que conformaron la etapa más clásica y recordada de Megadeth: desde el principio con la seguidilla de “Wake Up Dead” y “Take No Prisioners”, hasta el cierre con “Peace Sells”, “The Mechanix” y “Holy Wars”, pasando por “Tornado of Souls”, “Ashes In Your Mouth” o “In My Darkest Hour”.

Obviamente, lo que termina por darle el toque de distinción al concierto es la comunión entre banda y público, fiel a la “historia en común” que comparten ambos. Por eso, los puntos más espectaculares de la noche fueron sin duda esos momentos en donde el público pasa a ser “un arreglador más” sobre el trabajo de la banda, añadiendo el “Megadeth! Megadeth!” a los cortes de “Hangar 18”, y coreando el ya clásico “Aguante Megadeth!” sobre el riff de “Symphony of Destruction”. Como frutilla del postre, el guitarrista Chris Broderick reemplazó el momento del solo por una interpretación del Himno Nacional, para delicia de la multitud.

A pesar de los diez años que pasaron desde la separación de su formación más clásica, lo cierto es que el vivo de Megadeth permanece intocable. Está claro que Mustaine es una persona que siempre ha sabido rodearse de grandes músicos y esta nueva formación no es menos, al punto de que los clásicos de aquella etapa legendario de fines de los ochenta hasta principios de los noventa estuvieron lejos de quedarle grandes. Tanto, que contra lo que uno podía llegar a pronosticar en los papeles, no sería extraño que la de Megadeth termine siendo una de las visitas del año.

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