Massacre
¿Tocamos en Obras, o no tiene nada que ver?
31 de Mayo, 2008
Massacre pudo llegar a Obras Sanitarias, logrando la aceptación de un público nuevo y la emoción de viejos fanáticos.
Para Walas habrá sido un mambo medio raro estar tocando para cinco mil personas en Obras Sanitarias. Veintidós años después de su creación, su banda, y único desde aquella formación en 1985, toca en un lugar donde se acomodó el mainstream durante décadas, con bandas, que si querían, exageraban con fechas, culpa de la gula y cagazo de estadios grandes.
Massacre siempre vio las multitudes siendo telonero de visitas internacionales, llevándose el título, premio consuelo quizás, de banda de culto. Lograron respeto y cariño, pero nunca convocatoria.
En contra de toda suposición estúpida, Obras se llenó de un público grande, de personas con varios recitales encima, nostálgicos que fueron a dar el presente a una banda que los acompañó toda la secundaria y les mostró sus primeros shows de rock nacional. No habían skate-boys adolescentes con remeras nuevas y descoloradas, sino jóvenes-señores con ganas de revivir un show de Massacre en el 2008.
Walas no dejó de agradecer a todo aquel que ayudó en el crecimiento de la banda: desde Pergolini y Di Natale, hasta a los pibes que hicieron la escenografía del fondo. Entre tema y tema, mandaba besos y daba las gracias. El público aplaudía a medida que iba conociendo nombres, esperando otro de los treinta y dos temas de la noche.
Y si el recital fue largo, fue para presentar “El Mamut” (once de los doce temas del disco) y para repasar sus diez discos (entre EPs y trabajos en estudio). Después de arrancar con todo con “Octava Maravilla”, se despacharon con “Nuevo Día”, “Tres paredes”, “Te arrepiento” y “A Jerry García”, cuatro temas caso obligados en cada uno de sus shows.
El invitado obvio fue Fernando Ruiz Díaz de Catupecu Machu, que apareció con ese nuevo look “cool dark” que le toca vestir en este 2008. Lejos del jean roto de su primera época, de cuando cantaba horrible y lo sabía, Fernando aprendió todos los movimientos de rock star y a tirar alaridos cada vez que canta “Plan B: Anhelo de Satisfacción”. Gracias a él también, según Walas, Massacre pudo tocar en el ahora Estadio Pepsi Music.
El recital tenía doble emoción, porque más allá de tocar en Obras, Fico (guitarrista) pudo tocar después del accidente que dejó sin vida a la novia y a él sin ganas de nada. Los aplausos se repitieron cada vez que Walas lo nombraba o el público lo veía en el fondo con una sonrisa a veces triste, a veces contenta.
“¿Tocamos una del Mamut, o no tiene nada que ver?”, decía esperando la respuesta obvia, que cada vez tuvo menos fuerza, porque para el final obvió las ganas de seguir con un buen disco para disfrutar con “Armas” y “Diferentes Maneras”, y el cierre de los Kinks, “You Really Got Me”.
Hay algo claro, que seguramente pocos se animarían a refutar: Masacre es, hoy, la mejor banda en vivo del rock nacional. “Está bien –dirán- vivimos en una época horrible en cuanto a shows en vivo”, pero lo cierto es que los tipos tiran guitarrazos fuertísimos y todavía diferentes a lo que estamos acostumbrados hoy en día. Y Walas, claro, es el personaje más querido del rock después del buenito de León Gieco, y eso le da la confianza para lucir una panza gigante, tirar besos para todos lados y ser el vedette más rockero del país.
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