Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Personal Fest

Alaridos del más allá

Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos: Gentileza: Prensa

08 de Diciembre, 2007

Alaridos del más allá

Los ochenta pesos de entrada no fueron exagerados para tanto artista de afuera y buenas propuestas nacionales.

A diferencia de los atolondrados del Pepsi Music, el Personal Fest juntó a todas las bandas en dos días. Nada de poner a Cultura Profética como único show en Obras Sanitarias y listo. No. El Sr. Personal Fest (que vive en Islandia y solo se comunica por Internet) resumió en dos noches lo que la gaseosa intentó hacer en diez.

A diferencia del día anterior, nadie tenía un cuchillo encima (o no lo usaron) y las cosas ocurrieron en plena normalidad de festival: todos corriendo con el folletito en la mano mirando el reloj para no perderse a nadie.

La cosa comenzó desde temprano, cuando El mato a un policía motorizado tocó para un par de personas en el escenario principal. Banda que en un par de años (sino es el año que viene) escalará un par de horarios y dejará de tocar para los que se les ocurra llegar a las cinco y veinte de la tarde.

A los uruguayos de Cuarteto de Nos les fue un poco mejor y pudieron seguir presentando “Raro”: disco que los dejó cruzar la frontera y mostrar que son la banda hitera más macanuda desde que Los Tipitos comen sushi. El público les tiene un poco de cariño y hasta se animó a saltar en “Yendo a la casa de Damián”: temazo a pesar de lo que digan los pseudo cultos.

A partir de las siete de la tarde, las cosas se empezaban a complicar: por un lado tocaban los checos de Monkey Business, que presentaron su sonido funky made in Las Vegas, apto para cualquier público menos para el que quiere algo distinto y jugado; por el otro, los de Dancind Mood siguieron sumando público nuevo, demostrando que si llenaron dos Operas no es por casualidad sino porque tienen a quince tipos que se conocen y se comportan como un reloj. A pesar del show corto, tuvieron lugar para Deborah Dixon y un par de baladitas reggea.

Al ratito subió Guillermo Bonetto y sus compañeros de Los Cafres para seguir presentando “Barrilete”. Ya con un público propio, la banda reggea tuvo que pelearle el público al brasilero de Ed Motta (con un excelente show funk influido por lo mejor de los setentas) y a Spinetta, quién repasó Pan, su último trabajo, y encaprichó con “A starosta, el idiota”, “La montaña” y “Seguir viviendo sin tu amor”, para cerrar con “Ana no duerme”, con Dante y Valentino Spinetta como invitados.

Fito Paez se hizo más solista que nunca con “Rodolfo”, su último disco, y se animó al piano él solo, sin batería, ni guitarras, ni bajo, ni nada. En el Personal Fest tuvo la mala idea de sentarse sólo frente a un público que escuchaban más a Happy Mondays en el escenario principal que a sus temas nuevos.

Pasa que el Sr. Fest se olvidó que el sonido casi no tiene límite cuando el volumen está al máximo, y que puede llegar a molestar a un músico que intenta un poco de silencio. Se ve que no importó, y Happy Mondays siguió tocando recreando un boliche gigante. Con Shaun Ryder en las voces y el hiperkinético de Bez, quién ingresó a la banda hace más de veinte años a la banda sólo para saltar y animar la fiesta. Los de Manchester tienen disco nuevo (Unckle Dysfunktional) y presentaron por primera vez en el país temas viejísimos pero eternos como “Kinky Afro” y “Step On”.

Del otro lado se escuchaba a los puertorriqueños de Cultura Profética, quienes mostraron su reggea lleno de salsa, hip hop y ska. El público los escuchó por primera vez y pareció que les gustó. Quienes lo veían no tenían ni idea que en otro escenario tocaba Jamie Lidell, que con un montón de cables y computadoras llenó de soul el ambiente. La cosa venía bien, o al menos era lo que demostraban las quince mil personas que corrían con ese panfleto ya gastado de tanto guardarlo en el bolsillo.

Ya listos para el gran final, Cornell no se hizo esperar y salió a los gritos para presentar a su nueva banda y Carry on, segundo disco solista. Tuvo tiempo de repasar temas de Soundgarden (Black hole sun) y algunos de Audioslave (Cochise, Show me how to live).

"Hace veinte años que quiero venir pero las bandas con las que estaba antes no querían viajar, no querían salir de gira, pero ahora que estoy por mi cuenta, con mis nuevos amigos, lo pude hacer", dijo esperando aplausos. Se ve que quería venir y nosotros ni idea, solo nos limitábamos a escucharlo en discos, cuando el mp3 eran dos letras y un número impar.

Cornell sigue cantando como antes, no hay que reprocharle nada. (Bah, quizás el dulzón de algunos de sus temas o algún que otro momento Mtv). El señor fue correcto y no pifió en esos alaridos adolescentes y se dio el gusto de cerrar con Slave and Bulldozer, mechandolo con Whole Lotta Love de Zepellin, The End de los Doors y Bela Lugozi is death de los oscuritos de Bauhaus).

Fueron ochenta minutos de buen rock y ocho horas de reggae, electrónica, pop y funk. Todo junto en un sencillo combo de ochenta pesos en un día que si no llovió es porque el Sr. Fest tiene contactos en el cielo y dejó que los dos días culminen de manera positiva.

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