Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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El Tri

Mucho más que una triste canción

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Beto Landoni

17 de Abril, 2007

Mucho más que una triste canción

Luego de su actuación en el Quilmes Rock, El Tri llenó La Trastienda y brindó dos horas y media de rock and roll. “La raza” festejó todos los temas del grupo mexicano, que a esta altura ya se despegó de sus amigos argentinos para desarrollar su propio camino.

Demorado por el temporal del martes, el público empezó a llegar a La Trastienda bajo un cielo aún amenazante. Remeras de Pappo, La Renga y Los Gardelitos; más un alto consumo de cerveza y vino en caja generaban un clima de recital nacional y popular. Sin embargo, se esperaba al grupo de Alex Lora, leyenda del rock mexicano con casi 40 años de trayectoria y una relación con la Argentina cada vez más cercana e independiente de aquellas amistades.

El show arrancó con un tema nuevo, “El muro”, inspirado en los problemas fronterizos entre México y EE.UU. Algo sorprendido por la respuesta del público, o “la raza”, como gusta llamarlos, Alex planteó un dueto permanente, prestándole el micrófono a los que se agolpaban contra el escenario. Y la gente respondió cantando todos los temas, sin distinción entre clásicos y novedades.

Alex supo definirse como el Pappo mexicano y el recuerdo del Carpo llegó por partida doble. Primero con “Todo sea por el rock and roll”, que fue grabada por ambos, y luego con “A.D.O.”, con la festejada presencia de Luciano Napolitano en la guitarra.  Otros invitados fueron Juanse en “Nuestros impuestos”, un boggie a la medida del líder paranoico, y Diego Mizrahi que entregó todo su virtuosismo en un rock and roll improvisado.

La banda suena sin fisuras y da la sensación de tocar de memoria. La batería y el bajo aportan la base y casi no se salen del libreto, dejando el protagonismo para las dos guitarras, que se alternan los solos, y para la armónica. Este combo otorga un sonido muy potente pero por momentos se repiten las estructuras sin aportar matices melódicos

Por su parte, Alex Lora combina histrionismo y verborragia, y por momentos convierte el concierto en un unipersonal, con los riesgos que ello implica. Maneja la escena con el aplomo de la experiencia y salta y baila como si fuese un pibe. De a ratos consigue piezas emotivas, como en “Víctimas inocentes”, dedicado a los chicos de Cromañón. Pero por momentos se excede, y cae en la arenga poco feliz (“el que no salta es un puto tragaleche”) o en el facilismo de insultar a Menem, Bush y De la Rúa en un segmento de humor propio de Café Fashion.

Pero a la gente poco le importan estas cuestiones y tiene devoción por el líder: “Escuchenlo, escuchenlo, escuchenlo, es el poeta, del rocanrol, es Alex Lora la puta que lo parió”, es el himno de la noche. La poesía de Lora es directa, anclada en la tríada clásica de sexo, droga & rock and roll (fueron muy festejadas “Chavo de onda” y “Todo me sale mal”); aunque también maneja una crónica urgente de la realidad, lejos de las metáforas y las pretensiones y cerca del sentido común (como “Che Guevara” y la bien lograda “Nostalgia”, en la que trae a la memoria a los mártires del rock y en la que se sumó Chela, su mujer, “mi domadora”, en los coros).

Hacia el final del show se dieron el gusto de tocar dos temas por primera vez en la Argentina: “María Sabina”, dedicado a la diosa del hongo sagrado y “Esclavo del rock and roll”, de la película de Lora. El bis fue con “Las piedras rodantes” y su tarareo pegadizo, durante el que Alex y Chela regalaron discos y que culminó con uno de los slogans del grupo: “El deporte es salud, practíquenlo”, dijo el líder, y al mejor estilo Hugo Sánchez, cabeceó una pelota hacia el público.

De la mano de un rock and roll clásico, la omnipresencia de su líder y el apoyo de una raza cada vez más numerosa, El Tri demostró una vez más que supo aprovechar la ayudita de los amigos para hacerse su propio lugar en la escena porteña.

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