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Vanza nos sumerge en su superconmoción

El cuarto disco del proyecto musical de Lucas Vanza se aleja un poco de sus anteriores trabajos, pero no deja de lado su identidad.

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De entrada, podemos decir que en Superconmoción la canción va a ser la gran protagonista, aunque los destellos que se asoman desde el primer segundo “La gema”, tema que inaugura la obra, nos cuentan que también nos toparemos con una faceta más experimental en la obra de Vanza.

Algunos rastros bien grooveros se empiezan a perfilar en “La ciudad es un monstruo que devora”, continúan en “Regresar del espejo” y se consolidan con la intro de “Las miradas”. En esta última, la voz se luce en una calma melodía y las teclas, con múltiples personalidades, completan una de las mejores piezas del álbum.

Hasta ahí, en una especie de Lado A, pasaron las cuatro canciones que ya se fueron adelantando de a poco desde el año pasado. Las novedades arrancan con “Tiempo circular”, la que a su vez comienza con “Todos estos años que pasaron ya, se resumen en mi habitación” y termina con la guitarra adueñándose de la escucha hasta hundirse en un fade out, tan ochentoso como algunas reminiscencias del tema.

En “Dosis de amor” son las máquinas las que vuelven a tomar formar y llega el nombre del disco en una especie de balada indie popera. El final es una fresca “Lado de sombra” con la acústica marcando el ritmo hasta el final. “Se mantiene oculto”, asevera una y otra vez, y se va.

Este cuarto álbum de Vanza es una obra ideal para relajarse, servirse un trago y sentarse a escucharla completa y soñar, despertar y viajar. Vibrar. Superconmocionarse.

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