En cada una de las composiciones de Things are great, reciente disco de Band of horses, fluyen un vaivén de emociones. La ironía del título (“Las cosas están bien”) da paso a un contraste de luz en su tapa: un rayo de luz florece detrás de casas oscuras en algún suburbio de los Estados Unidos.
El grupo de Ben Bridwell (guitarra y voz) no es aquel que sonaba con “Everything All the Time”. A excepción de él, ya no conserva ninguno de sus miembros originales. Y si bien se alejó del folk para acercarse a un rock más indie, podría decirse que se reinventa a través de las canciones “Aftermath” o “Lights”. En cambio, “In Need of Repair” revive algo de esa nostalgia musical de 2006.
Es que nada es casual. A partir de los últimos años, su divorcio y la lucha legal por la tenencia de sus hijas afectaron de manera indefectible este diario íntimo donde Bridwell comparte sus angustias y emociones entre guitarras eléctricas, armonías suaves y su dulce voz.
El exponente más claro de esto es “Tragedy of the Commons” –“es difícil sonreír”, se lamenta-, mientras que en “Warning Signs” se hace eco de aquello que afecta y no cambia por no ser hablado. “Porque me abandonaste en tiempos difíciles, sí, tú”, reprocha en “In the Hard Times” y en “Crutch” se cuestiona su propia capacidad para ser la muleta que sostiene al otro.
Things are great es sin dudas un disco crudo, emocional y autobiográfico. De esos que llenan los pulmones de aire fresco para seguir. Crece en emociones, se revuelca en su propio dolor, se vuelve a levantar y se vuelve a escuchar una y otra vez. Porque, al final de cuentas, sus canciones, como las cosas de las que habla, son maravillosas.