Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
Seguinos en
Banner

Travis Birds

Travis Birds: "Muchas veces la música se está convirtiendo en comida rápida"

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Gentileza: Prensa

25 de Junio, 2021

Travis Birds: "Muchas veces la música se está convirtiendo en comida rápida"

Revista El Bondi charló en exclusiva con la ascendente cantante española, quien nos invita a adentrarnos en nuestro mundo animal. Para leerla (y escucharla) desde la cama de nuestra habitación, pero dispuestos a viajar hacia la naturaleza más salvaje.

"Una mezcla entre un niño, un señor muy serio, una tarda y un escarabajo común". Así se autodefine la cantante madrileña Travis Birds ante la prensa. En constante movimiento, buscando siempre los conceptos, la transformación, la fortaleza de sus personajes, editó este año su segundo disco, La Costa de los Mosquitos donde busca encontrarse (y encontrarnos) el costado animal.

“Fui acumulando sin saber a qué respondían, pero en algún momento me topé con ‘Claroscuro’ y ahí me hizo un click, entendí un poco lo que estaba pasando, y donde iba a redondear todo este disco”, explica para adentrarnos en su nueva propuesta. “Coincide con un viaje personal, conocer de mi misma una parte que tenía tapada, la parte más instintiva. La propuesta de este disco es hacer un viaje al interior de cada uno para conocer la parte más animal que todos tenemos dentro, que muchas veces intentamos tapar porque nos da vergüenza, miedo, pero al final es de dónde venimos”.

―Me llama mucho la atención la metáfora del mosquito tan presente.
―Ese zumbido que te absorbe la sangre. Me pareció muy simbólico para llamar a este lugar imaginario que para mí es una isla donde está cada uno con su propia naturaleza. De repente ahí los mosquitos son el símbolo de esas voces que están ahí en la cabeza y nos guían muchas veces.

―También el mosquito muchas veces como que parece que nos lleva y nos guía en la escucha justamente.
―Es un disco muy silvestre y nocturno a la vez, la naturaleza para mí, con todo el tema de las chicharras y el ambiente, es una parte muy importante para ambientar esa naturaleza. Lo salvaje, hostil y a la vez fascinante que es.

“Este viaje individual comienza en tu habitación, tú solo, que por ahí sea el sitio de más intimidad de cada uno”, propone Travis Birds a la hora de invitarnos a su juego. “Es esa posibilidad de que de repente está dentro de tu cabeza, y más allá de todos los lugares que hay por conocer fuera, también hay lugares fascinantes dentro. Esa invitación a conocer tu propia naturaleza, qué animal eres. Porque a veces se nos olvida que somos animales. Mi habitación es una especie de santuario que me abre la posibilidad de imaginar más allá y crear ciertos mundos. Con la música me pasa eso afortunadamente, consigo meterme en lugares e inventármelos”.

―Y a su vez eso invita al que escucha querer viajar literalmente.
―Totalmente. Yo me he ido a la selva buscando esa experiencia. De pequeña estuve fascinada con los bosques, la selva primaria, y quise conocerlos en persona. Sin dudas es muy inspirador, quizá no en ese momento, porque tienes tantos estímulos, tantas cosas nuevas, que quizá no es el sitio para ponerse a escribir una canción, pero sí luego cuando ya vuelves a tu cuarto, conviertes en canción todo lo que has vivido.

La Costa de los Mosquitos envuelve en su concepto la idea de generarle al oyente el sentimiento de estar escuchando solo consigo mismo. Desde “Las cinco disonante” que abre la escucha, pasando por el puntapié que fue “Claroscuro”, “Tanananá” con Kevin Johansen (“tiene una voz muy cálida, ideal para la canción, es la primera vez que alguien hace un feat en mis canciones”), la consolidación del proceso de transformación que propone en “Maleza” (“una oda a lo salvaje y a formar parte de la naturaleza, desvergonzarse y quitarse los miedos”), hasta el epílogo ambiental que es el “Concierto para chicharras”.

“Después de todo el viaje que yo planteo y que cada uno lo tiene que interpretar a su manera, estás tú con tus pensamientos en ese lugar. Ese final está grabado en vivo en un bosque de Ibiza que estuve el año pasado y es el sonido real de estar allí, realmente increíble, como sonaban al anochecer todas las chicharras y los insectos que había. Después de todo eso estás tú solo con ese ambiente y lo que tengas tú dentro con tu naturaleza”.

―Tiene una cuestión medio circular, ese final de chicharras te da ganas de pedir música de nuevo.
―Bueno, eso está súper bueno. ¡Lo he conseguido”! (risas)

Desde su nombre inspirado en el mítico personaje de Robert de Niro en Taxi Driver hasta el título del disco que referencia a la película del mismo nombre, el cine está más que presente en la obra de Travis Birds. “A mí me resulta muy inspirador, como así también muchos personajes. Es un mundo que intento siempre acercar a mi música, sobre todo en la forma de plantear las canciones, me gusta que sean pequeñas peliculitas de alguna manera, están llenas de cosas, por ahí necesitan varias escuchas y a lo mejor en el fondo son hasta molestas”. Las canciones como películas es otro concepto que propone desde su arte y tiene una explicación: “Tienes que sentarte a verla, no te puedes poner a hacer otras cosas porque no te vas a enterar lo que está ocurriendo, no le vas a poder dar una interpretación tú. Me intento entonces acercar lo más que puedo, a través de los videoclips, a la hora de dar bandas sonoras, es para mí eso un sueño, he tenido la posibilidad de hacerlo y me encantaría que siguiera pasando, que continúen las propuestas de sonorizar series o películas”.

―¿Sos de esas personas que van imaginando posibles canciones cuando ven películas?
―Sí, y sobre todo cuando lo hacen con el folklore, tiene una magia especial, el folklore de donde sea. A mí el folklore latinoamericano me llegó mucho por el cine, cómo usaba las canciones Pedro Almodóvar, que soy una fanática total, le da un encanto increíble a la imagen. Me parece que tiene una fuerza increíble una canción bien puesta en una película.

―Hablabas de personajes antes…
―La mayor referencia de personajes sin dudas es Travis de Taxi Driver, me voló la cabeza, me enamoré profundamente de él. Era un tipo que yo esperaba que fuese a hacer algo horrible y hace algo muy fuerte, por una buena causa. Al final es súper romántico el mensaje que tiene la película y a mí me resulta muy inspirador en cuanto a un momento de mi vida en el que todo el mundo esperaba algo de mí que no se correspondía con lo que yo tenia que dar. Entonces me lo quedé un poco como amuleto sin saber todo lo que me iba a pasar, sin haber encontrado la música, y fue como el inicio de lo que soy ahora como persona.

―¿Cómo convive todo este mundo tuyo de conceptos con la actualidad musical que es tan efímera?
―Me parece que las canciones por separado también pueden tener su momento. Hasta el día de hoy no he sido de sacar canciones sueltas, aunque hay gente que se ha enamorado de una canción sola y tal vez no conoce nada más. Sí me da pena un poco la forma en que se consume hoy en día la música porque se pierde mucha profundidad, mucha música se está convirtiendo en comida rápida, tiene una caducidad muy temprana, y tan rápido como te entra la terminas odiando. Me da pena que la música globalmente se haya transformado en eso, yo he sido defensora de seguir manteniendo el concepto de disco como forma completa. Me gusta que quedemos algunos defendiendo eso.

―Se vuelven efímeras las canciones.
―Mucho, pero yo quiero pensar que todo es movimiento. Esta etapa es parte de eso también, puede ser parecida a los años ‘80 donde todo era brillantina, pero no quiere decir que no haya música buena, la había. Igual hoy, yo conozco gente que está haciendo cosas que pueden quedar para la posteridad, aunque no sea el leit motiv de todo el mundo. Quiero pensar que ahora se está gestando que probablemente en cinco años salga y se vuelva un clásico para los próximos cien años. ¡Quiero pensar así para no deprimirme!

Si uno ingresa a su perfil de Spotify puede encontrar la canción “Coyotes” como simple editado en 2019, la cual había salido como adelanto del disco, pero luego no aparece en la obra. “Fue el primer adelanto, lo que pasa es que lo saqué con una discográfica con la que luego no estuve contenta. Cuando vi que no me gustaba cómo trabajaban empecé todos los tramites para desvincularme y no tener que sacar el disco con ellos. Y ‘Coyotes’ fue el precio a pagar. No hubo manera de recuperarla por más que lo intenté, y para mi tenía muchísimo sentido que estuviera en este disco. Es una de las canciones que mejor representan todo este concepto, pero bueno, no pudo ser. Para mí de corazón forma parte del disco. En Spotify se pueden hacer una playlist y escucharla con el disco”.

―¿Qué sucedió con la discográfica?
―Yo era muy novata, no sabía lo que firmaba, me fie de lo que decían que iban a hacer sin que se comprometiesen a nada, a nivel de dinámicas de trabajo sobre todo, que no se correspondían a las que hacía yo. Resultó muy frustrante, cuando no sabes te tienes que fiar un poco y apostar, y si te sale mal, como fue mi caso, hacer lo posible para resolverlo y salirte de ahí. Ahora estoy muy contenta con el equipo nuevo de trabajo, pero esto no es solo música, tienes que aprender mucho más: aprendí mucho de Derecho, ya creo que me deberían convalidar la carrera de Derecho con todo lo que me he tenido que sumergir en este mundo (risas). Lo que más busco es que se respete mi trabajo, a mí como creadora y que no se interpongan en eso. Cuando encuentras un equipo que respeta eso y no te pide nada abusivo a cambio, pues es lo ideal. Para eso tienes que ir apostando y cometiendo errores.

―¿Cómo te llevás con todo ese trabajo extra musical?
―Hay veces que me agobia un poco porque me quita muchísimo tiempo, pero lo considero como parte del aprendizaje. Me gusta tener el control de todo lo que pasa en el proyecto, estar presente por más que tenga un equipo genial que trabaja. Aprendo cosas que son útiles y todo me hace mejorar y ser más fuerte en distintas cosas. Me siento afortunada de tener que ocuparme de todas esas cosas, si no tuviera qué hacer sería una mala señal.

En 2019 salió a la luz el tributo a Sabina Ni tan joven ni tan viejo. Entre tantos y tantos artistas españoles de renombre internacional asomaba una ascendente Travis Birds con una particular versión de “19 días y 500 noches” en la que se ponía en la voz de la mujer respondiendo a la letra original. “Estaban conformando el homenaje, nombres súper conocidos y de pronto se les ocurrió la idea de que la canción fuera reversionada desde el punto de vista de la mujer. Entonces encajó perfecto que sea alguien no tan conocido, para generar la fantasía de que realmente fuera la exnovia de Sabina cantándole las cuarenta. Fue muy bonito, me costó mucho creerme que me fueran a dar esa canción viendo la lista de gente que había, pero al final se dio de la mano de Benjamín Prado que es quien escribió la letra de la canción y es muy amigo de Joaquín, y que sabía muy bien lo que hacía. Yo me preparé como si fuera una exnovia y lo canté desde ahí con la personalidad que me imaginaba que tendría”.

Más allá del perfil feminista que se le pueda adoptar a la canción, la cantante aclara que no es una protesta. “El gesto de Joaquín de dejar que se transforme la canción de esa manera ya dice mucho. No es un mensaje reivindicativo, lo enfocamos más desde el humor. Eso no quita que en muchas cosas aún falte y se necesite mucha protesta, pero no en este caso particular, al menos yo no lo encaré así. El simple hecho de que él se haya expuesto a esta reversión ya me parece un avance tremendo y un mensaje bastante tranquilizador”.

TODAS LAS FOTOS