Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
Seguinos en
Banner

Sick Porky

Sick Porky: "El camino es infinito, siempre hay una nueva meta"

Cronista: Dario Kullock | Fotos: Gentileza prensa

13 de Junio, 2018

Sick Porky: "El camino es infinito, siempre hay una nueva meta"

Leandro Spatola, bajista de la heterogénea banda porteña, anticipó los detalles de lo que será su primer show en CABA en 2018.

Desde las entrañas del más subterráneo stoner rock pampeano, Sick Porky empezó su recorrido en 1997 y el underground se convirtió en su hogar por muchos años. Recién en 2014, con el lanzamiento de Los Descarnados, el sexteto, que en ese momento empezó a contar con la particularidad de incluir tres guitarras, emergió desde las profundidades y comenzó a proyectarse por fuera de la escena que los vio nacer, captando público de ámbitos muy diversos.

Alucinatorio (2016) fue la evidencia de la evolución musical y lírica de un grupo que ya no se enmarcaba dentro de los límites de ningún género, y 2017 fue el año de confirmación de su popularidad con sus dos recitales en el Teatro Vorterix. Al margen de su presentación en Cosquín Rock, 2018 venía siendo un año de relax para Sick Porky, pero este sábado marcará su vuelta a los escenarios, cuando toque en Lucille, un nuevo bar palermitano. Leandro Spatola, bajista del conjunto, recordó, además, que en pocos días se cumplirán 20 años de su primer concierto, y por eso realizarán un exhaustivo repaso de toda su discografía.

-En sus inicios, Sick Porky fue catalogada como una banda de stoner rock. Pero pasaron más de 20 años y ustedes son mucho más que eso. ¿Cómo se definirían hoy por hoy?

-Lo del stoner vino por el sonido valvular que buscábamos en ese momento, y las influencias de Black Sabbath. Fue medio natural. Después fue evolucionando, puliendo y limpiándolo más, sacando distorsión y sumando otras cositas. Ahora llegamos a un sonido que si bien no deja de ser pesado, lo estamos laburando más en pos de la canción y la voz, que es la que manda el mensaje. Antes trabajábamos más en las violas, mi sonido también era más jodido. Pero con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que no siempre el volumen es lo que hace que una canción suene más fuerte. Antes tocábamos al mango, era la esencia del momento.

-¿Siguen teniendo las mismas influencias que en aquella época?

-El sonido nuestro es muy particular. Nos fijamos especialmente en que nunca se parezca a otra cosa, a pesar de que siempre va a tener alguna reminiscencia. Hoy en día tenemos una fórmula propia, que es la no-formula. Tratamos también de no copiarnos a nosotros mismos, todos los discos son muy diferentes entre sí, y este último, Alucinatorio, por ahí es el más distinto de todos. Tiene cosas más raras, canciones más locas. Probamos máquinas, sintetizadores, temas con sólo guitarras acústicas. Es una búsqueda constante.

-Ustedes formaron parte de una movida que empezó a crecer en el under, pero lograron romper la barrera y captaron público de otros géneros. ¿Por qué creen que se dio eso?

-En ese momento salimos varios: Poseidotica, Taura, Dragonauta. Tocábamos siempre juntos. No había otra movida, el público eran sólo 100. Después, con el tiempo, tocamos con gente de diferentes estilos y nos fuimos abriendo. Buscamos hacer más conciertos solos, que los podés laburar de otra manera. En algún punto suma y potencia.

-No es común en la Argentina ver grupos con tres guitarras. ¿En qué momento y por qué motivos decidieron que las necesitaban?

-El tercer álbum, Los Descarnados, fue el primero con tres violas. Estábamos re copados con Iron Maiden, y nos gustó la idea. Entonces, explotamos eso: el riff, las armonizaciones, todos los solos. En Alucinatorio la intención fue que cada uno haga una cosita diferente, para que sume al todo, y que nadie se ponga ni a pensar cuántas guitarras son.



-Hablando de Alucinatorio, fue grabado en un estudio en medio de la montaña, en Traslasierra, Córdoba. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Queríamos hacer algo diferente. El CD anterior lo habíamos grabado acá, en un estudio en la Provincia, en sesiones. Estuvo bueno, pero no fue una experiencia de estar enfocados o conectados. Casi no estuvimos los seis juntos. Cada uno iba a grabar sus partes. Y cuando vi este estudio (el de Córdoba), flashié. Es como un búnker en el medio de la montaña. Se empezaron a dar todos los factores. Viajamos diez personas, en tres camionetas, y estuvimos nueve días. Grabamos rápido, porque los temas ya estaban casi listos, fuimos a buscar el espíritu del disco. Al ser un estudio tan grande, estábamos los seis trabajando y puliéndolo todo el tiempo. Por ahí, mientras uno grababa, los otros se iban a la montaña, a tocar y salía un tema. Fue muy loco.

-¿Se ve reflejado de alguna forma ese entorno en el álbum?

-Sí, fue como que soltamos todo, entonces, no hubo tanto prejuicio, ni idas ni vueltas. Fue lo que salió, lo terminamos y quedó así. La música la grabamos allá y las sesiones las terminamos acá, en una casa donde vivía yo. Decidimos seguir con el mismo espíritu, nos juntábamos todos. Por ahí cocinaba y, mientras estábamos grabando, comíamos, tomábamos una birra, escuchábamos, aportábamos algo. Se mantuvo la unión.

¿De qué hablan las letras de Sick Porky?

-Alucinatorio tiene temas que hablan de ir para adelante. Cada uno es como un capítulo, un cuento, y el CD es el libro. Algunos son relatos inventados, otros son de la vida cotidiana, historias de cada uno. En Los Descarnados estábamos metidos con muchas cosas de la historia de la Argentina, todos leyendo sobre eso, así que quedó como un concepto.

-¿Cómo se vienen preparando para la presentación en Lucille?

-Hace un montón que no tocamos en Capital Federal. El otro día descubrimos que justo en agosto se cumplen 20 años de nuestro primer recital en vivo, así que vamos a recorrer la discografía y tocaremos temas que no hacemos nunca. Este año viene con calma, hicimos Cosquín Rock y nada más. Fue una decisión nuestra, venimos de muchos años al mango y quisimos frenar un poco, descansar para volver con pilas. El año pasado fuimos a Paraguay, hicimos dos shows en el Teatro Vorterix, tocamos con Ghost, con La Renga, fue muy movilizador.

¿En qué aspectos sentís que evolucionaron en estos 21 años?

-Evolucionás en todo. En mi caso, empecé a los 18 y me pasaron un millón de cosas en el medio, y la banda fue lo que acompañó. Pasé de tocar a convertirme en músico profesional: vivo de esto, grabo, produzco. Es lo que hago. Siempre fue el plan de todos, una meta muy clara. Llegar no existe. El camino es infinito, siempre hay una nueva meta, algo que querés explorar o hacer.

¿Te imaginás tocando 20 años más en Sick Porky?

-Ahora no sé. Pero ya tenemos una relación más de hermandad que de amistad. A veces, a los que más querés, te cuesta decirles “te quiero”, pero si les pasa algo, asesinás por ellos. Nosotros nunca nos peleamos, ni nos cagamos a trompadas. Llegamos a niveles de discusión lógica, pero en algún punto nos necesitamos. Pasamos toda nuestra vida juntos. Por ahí, no veo la vorágine que vivimos en algún momento, pero es porque estás más grande y lo vivís con más calma. Cuando sos más chico, todo te acelera, querés todo más fuerte y más rápido. 

*Sábado 16 de junio en Lucille, Gorriti 5520. A las 20.

TODAS LAS FOTOS