Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Lucas Espina

Lucas Espina, música entre amigos

Cronista: Ariel Andreoli | Fotos: Anabella Reggiani

07 de Marzo, 2018

Lucas Espina, música entre amigos

Percusionista en The Nada, la banda que acompaña hace casi dos décadas al cantautor Kevin Johansen, acaba de publicar su álbum debut, Sentado en el muelle, una celebración a la intimidad.


Un día de semana de verano. El calor invade la ciudad y, sentado en Plaza Serrano, Lucas Espina,percusionista de The Nada, la banda que acompaña hace 18 años al cantautor Kevin Johansen, espera por ser entrevistado. De lejos, transmite esa paz que sólo los que viven lejos del ámbito urbano poseen. De cerca, la historia de la concepción de su disco debut, Sentado en el muelle (2017), es de esas que emocionan y llenan de orgullo por ese humano que se atrevió a algo más y lo consiguió. El nombre del grupo que comanda es Espina, como su apellido, el mismo que más de una vez criticó por no gustarle. Con los años (y con un perruno amigo que llevaba el mismo nombre) comprendió que una espina es una protección, algo distinto, que molesta, pero que siempre está ahí, dando que hablar. Lucas no quería pasar desapercibido, y supo que si no se arriesgaba, no iba a ganar. Por eso, cuando juntó el valor necesario, sacó su primera producción.

-Antes de hablar de tu disco solista, es necesario saber que te fuiste de la Ciudad de Buenos Aires a vivir al Delta del Tigre. ¿Por qué tomaste esta decisión?

-Se fueron dando varios factores que me llevaron a tomar ese cambio tan drástico. Por un lado, un amigo vive hace mucho allá, y cada vez que iba, medio que me “internaba” y me quedaba por varios días. Esto hizo que conociera a muchísima gente que vive en el Tigre, sus historias. Estando allá, me di cuenta que empecé a conectar con la escritura y con mis instrumentos de percusión, pero de una forma más libre. Sin dudas, el click fue la vuelta de un viaje que hice a Perú, por trabajo, allá por 2015. Al volver, me di cuenta que Buenos Aires había cambiado.

-¿Qué cambio sentiste?                                                             

-Lo económico fue algo muy fuerte. En tan sólo un año, la situación se había puesto muy tensa. Me tuve que ir a la isla, a buscar algo momentáneo. Justo me contacté con un amigo que ahora vive en Europa, y me pidió cuidar y arreglar su casa. Era mi momento para irme. Siento que la vida en el Delta es un mundo aparte. Yo lo comparo con la tierra de Peter Pan: tengo mi movida, amigos, músicos con los que toco, espiritualmente me alimenta mucho. Últimamente, vengo acá para hacer estrictamente lo que te avasalla a diario la ciudad: pagar los impuestos, las corridas, los horarios. A la isla voy para entrar a ese otro lado, donde puedo estudiar, componer, buscar y encontrar ese silencio que a veces es tan necesario.




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Ahora que te conocemos un poco más, hablemos de Sentado en el muelle...

-Hace tiempo que tenía las canciones dando vueltas en mí. De hecho, antes de partir, tenía los bocetos de varias, que nunca terminaba de cerrar. Allá, el disco fluyó solo y lleva consigo la metáfora, la paz y la paciencia de componer en total estado de tranquilidad. También esa tercera persona latente que me hace ver las cosas desde otro lugar a pesar de ser un álbum que habla mucho de mí. Sin ir más lejos, abre con “Siento”, que la hice en un momento donde los medios informaban sobre muchos casos de femicidios; y luego de hablar con amigas o ex parejas, me di cuenta que uno como hombre está mal aprendido en muchas cosas. Obviamente, no llegando a un extremo, pero pude sentir en carne propia la injusticia en la que se vive, y eso me pasó estando en allá, como estando afuera de la sociedad. Estuve muy enojado esos días porque un caso me tocó muy de cerca, y pude notar con que simpleza vemos que desaparece una chica, y aparece días después, asesinada de una manera atroz. Como sociedad estamos muy enfermos, y me dolió ver que yo también lo estaba, porque también soy parte de ella.

-¿Fue grabado íntegramente en el Delta?

-No, fue un poco allá y un poco acá. Para la producción del disco tuve mucho apoyo de amigos, sobre todo de Maximiliano Padín, que toca conmigo en los The Nada, la banda de Kevin Johansen. Siempre que compartía mis canciones, todos se copaban y me decían que le gustaban, pero finalmente fue en el estudio de Maxi que definí muchas de ellas. Hubo temas que grabamos mano a mano con él, de a poco, metiendo después algunos samplers. En otros nos poníamos de acuerdo de a quién invitar, como cuando lo llamamos a Juan Alvárez, bajista y mano derecha de Kevin. Mismo con las participaciones del artista Ruli Cazabet, la cantautora Cata Raybaudy el tecladista Pedro Onetto. También una banda que se llama Los Igualitos, que son mendocinos y comparto muchas cosas, hasta Gonzalo García Blaya, un ex bajista de Kevin, con el que toqué muchos años. Realmente me di el gusto de incluir en las canciones a los amigos que la música me dio, y es algo muy representativo para mí.

-¿Por qué decidiste ponerle ese nombre? ¿Qué significa el muelle para vos?

-Fue la base de todo el final del disco. Paso mucho tiempo ahí, porque lo siento como un lugar muy meditativo. En algunos momentos del día, el agua sube y otras veces baja, existe esa ambigüedad donde los inviernos son más crudos pero en verano te tirás de cabeza en ella. Estar en el muelle para mí es no estar en ningún lado específico: no estás ni en el agua, ni en la tierra, sino que estás en el aire. Esa situación es la que me lleva  a mí a ver las cosas desde otro lado.

-¿Sentís que alguna canción defina el concepto del disco?

-Es muy difícil. Si bien “Sentado en el muelle” podría dar una idea, existe un concepto en todo el álbum que me hace sentir que estoy en una especie de Babilonia, alejado de todo lo oscuro de la ciudad. Allá estoy mucho tiempo descalzo, en total contacto con el pasto, el barro, el agua, y es una sensación hermosa. Por eso trato de no venir tan seguido, para no pisar tanto el pavimento que te aleja de todo.

-La tapa también te tiene a vos acostado en el muelle, ¿fue una idea tuya?

-En realidad, es una pose de yoga, ya que soy instructor y doy clases en la isla. La foto la tomó una amiga de allá, Silvia Sergi. Ella retrata mucho las islas, capta los momentos de las cosas, de los seres y sus imágenes muestran una esencia muy personal. Sin ir más lejos, hace un tiempo atrás hizo una muestra llamada “Los Venidos”, sobre personas que nos habíamos ido de la ciudad a vivir al Delta, donde  podías encontrar a ese que se iba a la oficina en lancha o los que cortan madera. La foto que finalmente elegimos para el disco me parecía muy auténtica, muy impersonal, muestra mi espalda, pero a la vez es muy confusa. No quería la típica tapa demagógica donde el artista dice lo que hay que pensar. El mensaje tiene que venir de la música, la letra, el verbo y no tanto de la imagen.

-Estás trabajando en una segunda parte ya…

-¡Sí! Me quedaron afuera, por lo menos, 15 temas y muchísimas ideas que fueron surgiendo en esta última etapa. Decidí juntarme con Juan Álvarez, y potenciar las ideas de ambos a la hora de grabar y componer. En el disco hicimos juntos “Mirándote” y terminó quedando muy bueno. Ahora se puede decir que estamos amasando este segundo álbum y estaremos presentando algún temita nuevo este jueves, en La Tangente. Pero si sale editado, será el próximo año. Este va a ser para afianzar el vivo, viajando por el interior y países limítrofes.

-Hablando de eso, ¿cómo encarás la fecha del próximo jueves en La Tangente?

-Espina es un proyecto que me genera algo muy importante a nivel personal. Si bien sigo trabajando con Kevin, esto generó un crecimiento muy grande a nivel compositivo, y el show tiene que estar a la altura. Me gusta estar al frente y dirigir desde otro lado: con Kevin es más la onda cantautor y la banda, y lo que yo pretendo y me gusta mucho es el concepto de grupo. O sea, el partido lo vamos a jugar entre todos y si bien hay uno que es el capitán, hay otro que es el que hace los goles, y hay otro que ataja. El laburo es en equipo. Mi idea era la de sacar a mis amigos de atrás y ponerlos adelante.

-¿Cómo será la puesta en escena?

A nivel show, voy a utilizar varias visuales porque La Tangente es un lugar que está muy bien diseñado para el músico. Tiene muchas comodidades. Tengo varios invitados, como Ki Javier, que es un rapero del interior que conocí en una fiesta Jam, y con el que hemos compartido grandes momentos. También van a acompañarme los The Nada, Cata Raybaud, Malena Rod, Ruli Cazabet, el DJ Francisco Di Gianni, el pianista Demian Schwarcz, que logré sacarlo del concierto para ponerlo a tocar música contemporánea, y obviamente Kevin, que viene a dar su aporte. Además, vieneTuri Beguet, un compositor que me gusta mucho y va a estar presentándose en un set previo al mío.

-Casualmente ese día es el día de la mujer…

-Sí, para mí es un día muy importante. Por esa razón, voy a tener de invitada a “La Tana” Carolina Lanuzzi, que va a realizar una especie de monólogo, ya que está muy bien orientada sobre el tema del feminismo. Me gusta la idea de que una chica hablé desde su lado, con todo lo que está pasando ahora, y de temas como la legalización del aborto y los derechos que necesita la mujer. Personalmente, en el #8M quiero conmemorar a todas las mujeres. Sobre todo pedir por la reeducación del hombre, porque la mayoría nacimos en casas muy patriarcales, con una educación muy confusa, y recién ahora estamos aprendiendo a volver a vivir, a respetar, a entender lo que es la igualdad. Son conceptos muy importantes que se están dando de una manera muy radical, y uno puede estar a favor o en contra de muchas cosas, pero para que sirva muchas veces tiene que ser así, y esta postura muy feminista es válida para mí, ya que es necesario que haya un cimbronazo y que nos haga decir: “¡Epa! ¿Qué pasa acá?”. Me siento parte de todo esto y soy consciente de que aún queda mucho por hacer, pero me gusta estar en ésta época del mundo y ver el cambio.

*Jueves 8 de marzo en La Tangente, Honduras 5317. A las 21.

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