Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
Seguinos en
Banner

Fede Cabral

Fede Cabral, el último romántico

Cronista: Fernando Villarroel | Fotos: Jose Fuño

29 de Noviembre, 2017

Fede Cabral, el último romántico

El músico presenta Kanpai, su más reciente trabajo, y explica cómo fue su grabación, qué piensa acerca de ser considerado "músico de culto" y por qué hoy no vuelve a la escena con Sancamaleón.

Fede Cabral no tiene pose de rockstar. No viste campera de cuero, ni tampoco tiene un peinado a la moda; posiblemente, si alguien lo viera no creería que el hombre que tiene enfrente fue considerado, junto a su banda Sancamaleón, como uno de los "Diez músicos más interesantes de la escena local", según la revista Rolling Stone en el año 2002. Sin embargo, sólo bastan cruzar un par de palabras con el personaje en cuestión para darse cuenta que vive y respira música.

Hoy, Cabral se encuentra presentando su último trabajo, Kanpai (2017), y explica que es feliz por haber logrado conseguir una carrera, por vencer a la ansiedad "comercial" y celebra el nacimiento de su segundo hijo, con la certeza de saber que alcanzó el segundo gran hit de su vida. Esta es la historia de un hombre que parece haber encontrado el sentido de la palabra "éxito", en un mundo que aún lo sigue buscando. 

-¿Te asusta la posibilidad de padecer cierto vacío creativo y no hacer música?

-Vengo de la escuela rockera de los ‘90. En ese momento estaba el espíritu de ensayar, salir a volantear, después a tocar y de no quedarse quieto nunca. Hoy hago lo que hago porque me gusta y porque tengo la suerte de ser productor artístico. Trabajo en el que soy bastante prolífico, porque tuve la fortuna de editar varios álbumes. Siempre que me encuentro con un sonido, me dan ganas de ponerme a hacer algo.

-¿De qué se trata Kanpai?
-Este es un disco que armé prácticamente solo y que tiene un contenido muy instrumental. Casi todo está hecho a partir de samples. Nació en Japón, donde, además de irme de gira, me llevé una grabadora con la que registré diferentes sonidos. También es la excusa necesaria para seguir tocando.

-¿Saliste de gira sabiendo que ibas a hacer este disco?
-Sí, porque si bien no sabía que lo que iba a registrar sería un disco, me llevé parte de mi equipo sabiendo que iba a tener un material muy interesante. Por eso, la grabadora portátil viaja conmigo a todos lados. En ningún momento el trabajo estuvo forzado.

-Aparte del nombre, ¿qué tiene de japonés el disco?
-Si vos te ponés a pensar, el foco no está en la letra sino en los sonidos. Creo que lo diferente de este trabajo es que está pensado para el mundo; me deja todo preparado por si vuelvo allá. Cuando estuve en Japón salía a tocar y la gente se entregaba a la música, sin importarle nada más. Este trabajo tiene un concepto más universal que otros.

-Podría decirse que el viaje resignificó tu concepto de la canción...
-Mirá, a veces, algunos amigos me dicen "che, por qué no hacés música para que suene en las radios" y, para mí, hay tres temas de Plexo Solar –el disco anterior, editado en 2016- que re podrían sonar en todos lados y que tienen pasta de hits, pero en realidad eso no depende de uno. Este viaje me sirvió para sacarme un poco esa presión de encima y entregarme más a aquello que me conmueva.

-Cambiando de tema y llevándote a otra etapa, ¿está completamente cerrada la idea de volver con Sancamaleón?
-Sancamaleón comprende una etapa muy linda e importante de mi vida y probablemente, en algún momento, hagamos un show, pero las bandas son para tener en determinados momentos de la vida porque tienen una dinámica complicada.

-¿Sentís que tuviste que deconstruir aquella etapa para hoy poder vivir este presente?
-Me parece que está bueno que alguien me pueda reconocer por mi trabajo anterior, pero también es lindo que alguien pueda escuchar aquello, esto último y diga “uy, mirá todo lo que hizo este flaco”. Casualmente, este año se cumplen 15 años desde que inicié una carrera como músico profesional.

-¿Te gusta mirar atrás en tu camino?
-Sí, y me gusta lo que veo. Estoy orgulloso y feliz de todo lo que logré. Retomando la primer pregunta, sí, capaz haya dentro de mí un poco de “miedo”, aunque creo que es un temor que motiva a mantenerse activo, vivo y conectado.  

-No te sentís del todo cómodo con ese término...
-Es que no es el término que mejor se adapta al hecho de que me siente a componer, sino más bien la necesidad. A ver, sería un error de mi parte lanzar un material que a mí me parezca que no está bueno, simplemente, por la necesidad de sacar algo. Éste trabajo es el resultado de la necesidad creativa que me atrapó en el momento. Es un disco completamente de autor.

-¿Kanpai es un álbum no apto para impacientes?
-Es un disco diferente; si bien es cierto que no es muy “común”, tiene un atractivo especial a través de sus sonidos. Es verdad que es un disco raro –risas- y que hay que prestarle atención mientras uno lo escucha, pero tiene un gancho muy fuerte a través de sus melodías. Es un disco arriesgado.



-En la actualidad, capaz, sea más fácil pensar un disco así, por tu faceta como productor, pero a los 20 años, ¿te imaginabas algo como esto?

-Sí, porque siempre me gustó mucho la parte experimental aunque, también, disfruté mucho de la rockera. En la etapa de Sancamaleón estaba todo el tiempo muy presente la parte física del rock, desde tocar los instrumentos hasta el mosh con el público. Además, debo admitir que ser “de culto” te da cierta libertad a la hora de presentar un material como este. Igual, tampoco creo que sea un trabajo tan raro. El problema con los tiempos actuales es que no hay mucho tiempo, justamente, para poder escuchar discos. De hecho, es posible que haya mucha gente que se cope con todo esto y otra a la que no le genere nada.

-Hablaste de "músico de culto". ¿Qué te pasaba con eso antes y qué te pasa ahora?
-Creo que la etiqueta está relacionada con el profesional que es respetado pero que no termina de estallar comercialmente. Antes lo veía como algo negativo, y decía: “Por qué me dicen así, si yo puedo, y tengo las condiciones”. Y después te das cuenta que no tiene que ver con las condiciones, sino con que la gente te elija a vos. En lo personal, creo tener en mi carrera algunas canciones que podrían haber explotado, pero yo no voy a salir a reclamar ese lugar. Me quedo con lo positivo, de ser considerado así, y me saqué cierta ansiedad de encima.

-En algún momento, cuando veías que no "explotabas" comercialmente, se te cruzó por la cabeza el famoso "¿y ahora, qué hacemos?".
-Sí, por supuesto. Pero bueno, uno con el tiempo se aploma en algunos aspectos y empieza a elegir mejor qué hacer para no entrar en la desesperación. En el rock, está todo el tiempo presente eso de “la masividad es igual a la felicidad”, porque es algo adictivo; me pasó de estar en salas grandes y medio que te arropa una energía adictiva, casi como una droga. Actualmente, me intersa mucho más que un disco se escuche bien por sobre el hecho de que funcione bien.

-¿Hacia dónde sentís que va la música?
-Creo que es la pregunta que se hacen los músicos, productores y periodistas y ninguno puede responder porque ninguno sabe. La humanidad evoluciona a una velocidad increíble y hay una incertidumbre muy grande sobre qué va a pasar, no sólo con la música sino con todo. Uno de los flagelos que vivimos es que no sólo pasa rápido el tiempo, sino que se agota rápido la paciencia.

-Al final, pareciera que todo es cuestión de tiempo.
-Creo que la música vive un tiempo increíble, donde hay mucha creatividad y se escuchan cosas alucinantes. Tal vez, no sea el momento de proyectar una carrera en la música, porque hoy es muy difícil poder vivir de ella; ya no se venden discos, y mientras los conciertos se van apagando, los festivales crecen a pasos agigantados y los músicos se mueren por ir ahí, a sabiendas de que no te pagan un carajo porque, bueno, de alguna manera hay que sobrevivir. Se perdió el derecho de autor, escuchás una canción que te gusta y no sabés de quién es.

-Vos tenés una carrera y se te nota muy agradecido con todo lo que lograste. Pero, si tuvieras la oportunidad, ¿qué le pedirías a la música?
-Que me siga enamorando como el primer día.

*Domingo 3 en La Usina del Arte, Agustín R. Caffarena 1. A las 15.

 

TODAS LAS FOTOS