Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Sin Espina

VendeHumo

Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro

15 de Agosto, 2006

VendeHumo

En su tercer trabajo, Sin Espina revalida un vez más su esencia de power trío y deja libre todos los fantasmas internos. Un laburo compacto y de gran caudal

El formato que eligió Sin Espina para su nuevo material “VendeHumo” (una denominación más de las tantas que tiene el Diablo) seduce desde lo visual y complica desde la comodidad. El packaging en sí simula ser un especia de caja de habanos un poco más grande que los habituales compactos. Y desde el vamos esa originalidad se traslada al sonido.

Cultores de un estilo lejano a estos tiempos de comodidad gramatical y sonora, se sumergen en un rock pegajozo (no pegadizo) muy cercano a los primeros 70. Bandas como The Jimmy Hendrix Experience, Deep Purple, Led Zeppelin y todo clásico power trío forma parte de las influencias de este conjunto de casi diez años en la escena.

Con “14 canciones individuales”, como afirma el trabajo desde su tapa, el material va y viene. Algo de rock clásico (“Aguas”), hard rock (“La matando”), rock de sombras (“Cordoba”), Funky rock (“Histérica”), un toque de blues (“Jugada especial”), medios tiempos con fuerza (“Un hombre más”), rock canción (“Mil cabezas por corazón) y reggae rock urbano (“Pibe maceta”). Además, el trabajo cuenta con una joyita muy bien laburada: “Redemption song”, la última canción de Bob Marley, hecha bien rockera. Las letras de Sin Espina navegan por las mujeres (amores, desamores, chicas fáciles y demás), lo político-social (“la gente no está tranquila hay pibes viejos adiestrados”, de “TTL”-Todo Tipo de Libertades-), historias rebuscadas (la del “Pibe maceta”, con el bandoneón de Fernando Samalea, no tiene desperdicio) y mucho de oscuridad, como también algunas letras cercanas al mambo pre o pos consumo (idas y vueltas con una parafernalia de doble personalidad como en “Cordoba”).

En su tercer trabajo la banda se aleja del camino comenzado en Sin Espina y continuado en Sin Espina II, para inmiscuirse en un terreno más personal y compacto.

Con un muy buen laburo instrumental (los tres grandes músicos) y con un toque escondido en las letras que confunde y mezcla aún más. Porque justamente eso es lo mejor que tiene el conjunto: la capacidad de ir y venir de un instante a otro sin pedir permiso. Un conjunto necesario para el rock local.
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