Las Trampas de Lily
La calle que brilla
Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro
01 de Abril, 2006
En “La calle que brilla”, Las Trampas de Lily demuestra que todavía hay otra forma de hacer rock. Una placa que atrapa desde el vamos.
Con todo el apoyo de Pop Art sobre sus hombros, Las Trampas de Lily arribó a la Capital Federal en 2004. Con sólo tres años de historia estos originarios de las tierras K (Santa Cruz), lugar impensado para el rock si los hay, consiguieron a fuerza de trabajo, y con una ayuda importante de sus amigos de Pop Art (uno de los dueños modernos del rock local), un lugar para mostrarse.
De esta manera el conjunto comenzó a colarse en los distintos festivales preparados por sus padrinos: Quilmes Rock, Cosquín Rock y Pepsi Music. Los adeptos a sus recitales fueron creciendo y, a pesar de no contar con ese empuje que suelen tener las bandas de barrio de parte de sus vecinos, la confianza se hizo mayor.
A raíz de esto el año pasado editaron su primera placa titulada “La calle que brilla”. Un álbum sencillo, pero con contenido. Con canciones cargadas de riffs pegadizos y letras que, pese a no responder a las rimas, se meten con facilidad en la cabeza del escucha logrando un mix directo.
Siguiendo los pasos de Los Tipitos, pero en versión más power, introdujeron a su propuesta rock algunos toques de blues, folk y pop. Y dejaron lugar en sus letras a historias porteñas de chicos que mendigan papeles (“La Calle que brilla”), mentiras superficiales (“Las chicas de Bond Street”) y amor de cacos (“Rescate en Fairlane”, quizá el mejor tema de la placa).
Hay mucho “baile”, “ventana”, “blanca” y “cordón”, pero sin embargo sus letras van más allá de la marginalidad logrando historias quse embriagan de rock sin caer en obviedades.
Una manera distinta para encarar una noche de rock. Un conjunto para no dejar pasar el tiempo, tomarlo ahora y formar parte de una fila sin dueño.
De esta manera el conjunto comenzó a colarse en los distintos festivales preparados por sus padrinos: Quilmes Rock, Cosquín Rock y Pepsi Music. Los adeptos a sus recitales fueron creciendo y, a pesar de no contar con ese empuje que suelen tener las bandas de barrio de parte de sus vecinos, la confianza se hizo mayor.
A raíz de esto el año pasado editaron su primera placa titulada “La calle que brilla”. Un álbum sencillo, pero con contenido. Con canciones cargadas de riffs pegadizos y letras que, pese a no responder a las rimas, se meten con facilidad en la cabeza del escucha logrando un mix directo.
Siguiendo los pasos de Los Tipitos, pero en versión más power, introdujeron a su propuesta rock algunos toques de blues, folk y pop. Y dejaron lugar en sus letras a historias porteñas de chicos que mendigan papeles (“La Calle que brilla”), mentiras superficiales (“Las chicas de Bond Street”) y amor de cacos (“Rescate en Fairlane”, quizá el mejor tema de la placa).
Hay mucho “baile”, “ventana”, “blanca” y “cordón”, pero sin embargo sus letras van más allá de la marginalidad logrando historias quse embriagan de rock sin caer en obviedades.
Una manera distinta para encarar una noche de rock. Un conjunto para no dejar pasar el tiempo, tomarlo ahora y formar parte de una fila sin dueño.
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