Transformación

El mismo Palo Pandolfo afirmó que Transformación es el mejor disco que hizo y las críticas van por el mismo camino. Pero teniendo en cuenta su vasta trayectoria, que lo encontró como líder de bandas de culto, como Don Cornelio y La Zona, y Los Visitantes; es difícil destacar sólo un álbum de su colección.

Transformación tiene canciones para todos los gustos: hay historias para contar, hay oscuridad, hay melodías amigables y, sobre todas las cosas, hay pasión en cada uno de los temas.

“Morel” es quizás una de las más pegadizas. “Esta sociedad que/ te obliga a enamorarte en un bar que/ cerró a la medianoche y vos seguís sin/ saber qué hacer con ella y su languidez” es un estribillo que queda resonando en la cabeza por bastante tiempo, al que se le suma un acertado coro de Hilda Lizarazu. “El juego” también es otra de esas para tararear en el bondi o en la oficina.

“Un reflejo” comienza con una melodía tranquila, con una letra que dice mucho y que se termina de condensar en el estribillo, en la que Palo con su voz rozando el quiebre, habla de la reinvención. Ricardo Mollo es otro de los invitados del disco, quien aparece con su guitarra hendrixiana en “Sonido Plateado” y “El Conquistador”, dos canciones destacadas.

“Un trago de cognac” es la última, y es un cierre redondo que recuerda, sin ánimo de comparaciones, a “Volando y olvidando”, tema que Los Visitantes incluyó en Maderita (1996). Ambos traen una especie de calma para la cabeza (y los pies que no dejan de moverse) luego de un disco fuerte, con muchos cambios de estado.

Palo Pandolfo encontró en Transformación la solidez y la maduración que todos buscan en algún momento de su carrera. Con este disco, logra englobar todo su talento y queda demostrado que es un trovador al que hay que prestarle mucha atención.