Big Road Blues

Una guitarra, una voz y una armónica. O, una voz, una armónica y una guitarra. El orden de los factores no altera el resultado, por lo menos en este caso. Es que Big Road Blues es la conjunción de esos tres elementos a cargo de la “Tana” Spinelli, voz y viola, y Horacio Cuadrelli, armonicista y productor artístico del trabajo. La unión hace a la fuerza y además a la creatividad. 

Definido por la cantante como un álbum que rescata los sonidos tradicionales del delta del Mississippi, inicia con la canción que lo titula,un cover de Tommy Johnson, un bluesman que grabó poco y que falleció en 1956, a los 60 años. Las diferencias entre las versiones van desde el sonido – algo lógico producto de la tecnología - hasta una dosis de energía que la original nunca llega a rozar.  

Continuando el esquema planteado en su disco anterior, Bravé (2011), Spinelli no sólo recrea y rescata canciones olvidadas en el arcón del blues internacional, sino que además nutre el tracklist con sus propias composiciones como “Goin’ nite’”, una creación que fácilmente traslada la imaginación a la región sureña de Estados Unidos y que pudo haber sido la banda sonora del aventurero Tom Sawyer, personaje inmortalizado por el novelista Mark Twain.  

Además, es imposible pasar por alto los instrumentales que fueron incluidos: “Jug Banda waltz”, de Memphis Jug Band, y “John Henry blues”. Ambas cuentan con la participación del guitarrista Andrés Magallanes, único invitado en el disco. La primera, principalmente, es una pieza destacadísima, en donde Cuadrelli dispara notas nítidas desde su armónica, cuando no las arrastra creando melodías enmarañadas. 

El blues es una forma de vida, se siente, se canaliza a través de él. Por eso a la hora de hacer “Help me to hold my way” Spinelli reluce como Songster, haciendo recordar a interpretes como Billie Holiday o Ella Fitzgerald. La canción más lograda, sin dudas.

Big Road Blues es un disco atemporal, que le esquiva –y por lejos- a lo establecido por la industria dominante. Melodías muy bien producidas y una voz, la de Spinelli, con un sello propio, único y característico. Un trabajo que difícilmente tenga el reconocimiento que se merece, pero vale el intento.