Humildes Tártaros
Aldea
Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro
19 de Octubre, 2005
Humildes Tártaros no es una banda más dentro del acostumbrado mundo del rock. No sólo, no es fácil de etiquetar, sino que es bastante original dentro de esa línea recta por donde viaje su música
Humildes Tártaros no es una banda más dentro del acostumbrado mundo del rock. No sólo, no es fácil de etiquetar, sino que es bastante original dentro de esa línea recta por donde viaje su música. Para empezar, la banda tiene una base rockera que podría acercarse a algún tema de Las Pelotas y otro de Divididos, pero a medida que el disco va pasando son muchas las imágenes que se entremezclan.
En “Aldea”, tercer disco después de Pijomán (1997) y Emoción violenta (2000), la banda integrada por Sergio Abrate, José Da Rosa, Leonardo Lalli y Leandro Lamarque deja claro su buen gusto musical en un mix de hard rock, rock de compañía, candombe, sonidos autóctonos, letras oscuras y unas máquinas perfectamente encajadas.
La sombría “Fantasmas” da comienzo al disco. Le siguen “La Pira”, la espectacular “Candombe de mucho palo” (perteneciente a Do Prado) y “Cotideanolandia”, donde algunas radios locales van y vienen mezclándose con algunos sonidos de la banda. En “Lamiéndote” el hard rock blusero toma fuerza para más tarde llegar a un funky candombero llamado “Hembras” donde el tono del cantante parece confundirse con el de Sokol (voz de Las Pelotas).
En “Batalla” tambores y voces que llaman a arqueros toman el mando durante treinta segundos anticipando a “Hechicero” en la que los sonidos belicosos continúan sobre una lírica que sigue la línea del disco. En “Milagros” el charango y la quena de Ángel Asís convierten a un tema más en una canción rica en calorías musicales. Para el final quedan la exquisita y corta “Siete Nueve” y la rockerísima “Dios Pan”.
Humildes Tártaros es una banda que esconde una calidad de buena estirpe dentro de un nombre desconocido por muchos. Músicos dotados de la mejor escuela rock, buenas letras y un camino definido desde el comienzo hacen que Aldea sea un disco para entregarse sin esperar nada a cambio donde el vuelto de sus canciones es mucho más que una sorpresa, es una confirmación de que todavía quedan muchos caminos por recorrer. Y éste...es uno de esos.
En “Aldea”, tercer disco después de Pijomán (1997) y Emoción violenta (2000), la banda integrada por Sergio Abrate, José Da Rosa, Leonardo Lalli y Leandro Lamarque deja claro su buen gusto musical en un mix de hard rock, rock de compañía, candombe, sonidos autóctonos, letras oscuras y unas máquinas perfectamente encajadas.
La sombría “Fantasmas” da comienzo al disco. Le siguen “La Pira”, la espectacular “Candombe de mucho palo” (perteneciente a Do Prado) y “Cotideanolandia”, donde algunas radios locales van y vienen mezclándose con algunos sonidos de la banda. En “Lamiéndote” el hard rock blusero toma fuerza para más tarde llegar a un funky candombero llamado “Hembras” donde el tono del cantante parece confundirse con el de Sokol (voz de Las Pelotas).
En “Batalla” tambores y voces que llaman a arqueros toman el mando durante treinta segundos anticipando a “Hechicero” en la que los sonidos belicosos continúan sobre una lírica que sigue la línea del disco. En “Milagros” el charango y la quena de Ángel Asís convierten a un tema más en una canción rica en calorías musicales. Para el final quedan la exquisita y corta “Siete Nueve” y la rockerísima “Dios Pan”.
Humildes Tártaros es una banda que esconde una calidad de buena estirpe dentro de un nombre desconocido por muchos. Músicos dotados de la mejor escuela rock, buenas letras y un camino definido desde el comienzo hacen que Aldea sea un disco para entregarse sin esperar nada a cambio donde el vuelto de sus canciones es mucho más que una sorpresa, es una confirmación de que todavía quedan muchos caminos por recorrer. Y éste...es uno de esos.
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