Adrián Berra
Mi casa no tiene paredes
27 de Julio, 2010
Un paseo por el continente en voz, guitarra y un puñado de cosas más.
A tres años de su primer trabajo A favor de mi corriente, Adrián Berra elige ahora el formato acústico. Mi casa no tiene paredes (2010) está grabado con una ayudita de sus amigos (Ernesto Salgueiro, cuerdas varias, Joaquín Varela en accesorios, Tomás Halbach en bajo, los tres aportando en coros, elemento fundamental del disco) y establece en catorce canciones propias la figura del solista modelo siglo XXI, buscando la belleza desde orquestaciones simples y con las raíces en la línea trovadora, tanto la dylaniana como la hispanoparlante, sobre todo la rioplatense.
Una guitarra acústica solitaria y amena inicia el álbum, como fondo para contar una historia que piensa lo evolutivo pero desde las pequeñas cosas, marcando lo que será la constante del disco: el sonido totalmente acústico y las letras reflexivas y personales. “A tu favor” refuerza la primera persona en tono confesional, aunque las diferentes voces que se van prestando los versos dan una idea más universal de la lírica. “Golosinas” trae reminiscencias folklóricas y una letra que recupera, aunque con un dejo de melancolía, a la infancia como lugar de la felicidad eterna.
“Mi negra rubia” presenta los primeros atisbos rioplatenses del álbum, que volverán en “No quiero” y, explotarán en “Candombe va” y “En movimiento”, con la clave bien marcada. Los rasguidos precisos marcan el comienzo de “Sigue”, cuya enumeración sabiniana sobre los deseos desemboca en una cita a “Himno de mi corazón”, lo que nos recuerda una vez más la belleza de ese estribillo imbatible.
La ecología es una de las temáticas que atraviesa la placa, y se hace bien visible en “Ya sabés”. Pero el gran tema siempre es el amor, y como muestras valen “Natural” y su despojada orquestación que va in crescendo, o “Y nada más”, pura melancolía en un estilo que recuerda a Jorge Drexler.
Para el final quedan dos buenas muestras de la amplitud del material. “¡Dale che! (una chacarera porteña)” traslada el ritmo norteño a la alineación capitalina, mientras que “Efecto de sincronicidad” es la gran canción del álbum, con su ritmo bosseado y la muy buena interpretación de voz y guitarra de Adrián. Hay un tema más y es el “Bonus”, una base arpegiada y repetitiva y una locución deformada en ingles en un tono misterioso.
El arte gráfico del disco (el músico, un sillón y el medio del campo) sirve como metáfora conceptual: las canciones de Adrián Berra salen bien de adentro, pero buscan viajar hacia todo el mundo. Por eso, su disco está disponible en su pagina web, www.adrianberra.com.ar
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