Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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El Atolon de Funafuti

El ritmo del jardín

Cronista: Pablo Andisco

13 de Abril, 2010

El ritmo del jardín

Canciones más oscuras y melancólicas.

En su álbum debut, Pequeños rostros en piezas (2007), El Atolón de Funafuti ya había mostrado sus credenciales. Organizada en torno a Tino Moroder, ex bajista de El Soldado y actual guitarrista y cantante, la banda explotaba la veta cancionera, en un complemento de guitarras acústicas y eléctricas que unificaban sonoridades entre luces y sombras.

Con El ritmo del jardín (2009, independiente), la banda ratifica aquel respeto por la canción, aunque experimenta un sonido más denso y oscuro, con una mayor participación compositiva del guitarrista Martín Irrazabal. También adquiere más relevancia el violín, muy bien ejecutado por Marilina Calós, lo que recuerda a algunos pasajes de los últimos discos de Los Redonditos de Ricota.

“Bienvenidos al jardín animal”, dice la banda en “Descubriendo certezas”, el inicio galopante y bien rockero, con la voz de Moroder graveando al estilo Bunbury (una de las mayores influencias de El Atolón, en todo sentido) y la banda pelando bien fuerte. Con “Los cuervos” aparece la primer cuota de densidad antes mencionada, con los cortes bien marcados y las guitarras acechantes. “FreeShop” remite al Bunbury de la etapa de El Huracán Ambulante, con ese espíritu de world music de bajos fondos y jugando con la épica en el intermedio de violín: algo parecido ocurrirá más adelante con “El grano de Apolo”.

La lírica maldita acompaña buena parte del material, y como muestra vale el funkeado “Hotel los Desbocados”, mientras que “Santa Clara” trae los recuerdos del Che Guevara una balada densa, con un crescendo a su propia medida. Como contraste llega “Verte mejor”, con su intro arpegiada y su melodía súper coreable, la más pegadiza del álbum.

El piano de Lucas Herrera Fernández en la intro de “El frío club de los recuerdos fríos” tiene aires tangueros para después mutar en un blues bien pesado, en la onda de El Soldado. “Enciéndete para mí” es un rescate del primer EP de El Atolón y suena distinta al resto del material, más frenética y gitana, con el violín liderando los quiebres anárquicos.

La parte final se torna oscura con “Rabia” y sus guitarras que recuerdan al Skay solista, la épica de “Ultimo tren”, el tema más largo y complejo de la placa que concluye con el mejor solo de guitarra y “El ritmo del jardín”, una suerte de epitafio poético. El cierre es con “Música para pájaros”, un instrumental con mucho slide y olor a la ruta 66. Una estética lánguida y otoñal, potenciada por las fotografías en sepia del booklet, ayuda a complementar cierto aura melancólico que transmite el álbum

Con letras personales y cinematográficas que acompañan canciones directas y prolijas, El Atolón de Funafuti marca el ritmo de su propio jardín.

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