Edu Schmidt
El silencio es salud
22 de Marzo, 2010
Edu Schmidt lanza su primer disco solista desde su partida de Árbol.
Escuchar el disco de Edu Schmidt podría ser como meterse dentro del De Lorean de la grandiosa saga Volver al Futuro y trazar un mundo paralelo que nos ofrezca algo así como lo que habría sido Árbol si uno de sus principales compositores no se hubiera ido, y si ciertas garras no hubiesen atrapado el control de la banda. Es que tranquilamente podríamos decir que estamos en 2006 y este disco es el sucesor de “Guau!” (2004) y en el cual el grupo vuelve a aquellas letras y ritmos que tantos logros artísticos congeniaron en “Chapusongs” (2002).
Pero no, el disco es de 2009 y es lógico que el debut del multi instrumentista Schmidt nos remita a viejos momentos de su ex agrupación en la que firmaba la mayoría de las canciones. Mucho ska punky rodea una placa que arranca, sigue y termina con un frenesí inacabable. El tema “El silencio es salud”, que da nombre y comienzo al álbum entonces es un enérgico ska que incita a saltar sin descanso, como el punk “Tu mundo feliz” (donde se pregunta “¿si fueras rockero que cantarías?”), o como “Ya estoy perdido” y “Por eso no puedo”, temas que también destacan esa especie de escupitajo de palabras que desliza desde siempre el cantante.
Una tapa que remite a una muy vieja publicidad de Geniol, es el frente de un arte gráfico que también tiene como característica (para seguir haciendo juego con el nombre del disco) la recreación de un remedio en cuanto a las recomendaciones como al prospecto que aparece adentro y que contiene las letras y los agradecimientos.
“Sábado a la tarde” (¿vendría a ser como la calma previa del descontrol en Ramos que pregonan sus ex compañeros?) explora más hacia el género canción, algo que se profundiza en el siguiente tema “Reloj de avena” o en “Soy el mosquito sin luz”, momentos donde la lírica de Schmidt abraza el costado más sensible logrando muy buenos resultados. “Que sea domingo” cierra la saga comenzada en este párrafo, y demuestra las ganas y la desesperación de un padre separado por ver a su hija el día de la semana que le toca estar con ella.
La circense “A veces” o la variedad de instrumentos que aflora por ejemplo en “La pregunta sin respuesta” son otras de esas facetas que parecen gustarle al ex Árbol, al tiempo que llega “Canción del pájaro sin alas”, buena balada power que resulta también un preludio a las palabras de Zoe, hija del cantante, que es la estrella de la última canción del disco.
Extensa variedad de estilos comandados por el frenesí ska-punk, multiplicidad de instrumentos (característica fundamental de Schmidt) y buenas canciones, son el resumen de un correcto disco debut que confirma las intenciones musicales que siempre tuvo el cantante desde los tiempos de su vieja banda.
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