Loquillo
Rock & Roll Star 30 años
08 de Marzo, 2010
Presentación formal para el público argentino de un legendario artista español.
Los rockeros argentinos siempre fueron bien recibidos en tierras ibéricas, desde los tiempos de Moris primero, pasando por Ariel Rot y Sergio Makaroff y explotando definitivamente con Andrés Calamaro en los ’90. Sin embargo, la reciprocidad hay que buscarla más por el lado de la canción popular, y de ahí el amor incondicional del pueblo argentino hacia figuras como Joan Manuel Serrat o Joaquín Sabina. Esta tendencia se rompió hacia mediados de los ‘90, gracias a Héroes del Silencio, pero nunca en una relación tan carnal como con el rock uruguayo o, más acá en el tiempo, el mexicano, acaso argumentando, más allá de las distancias, el poco vuelo de algunas letras y la cuadratura de las músicas.
Como lo indica este trabajo doble recopilatorio, Loquillo (nacido en Barcelona como José María Sanz Beltrán) lleva tres décadas haciendo música, sea al frente de sus Intocables, sus Trogloditas (su etapa más larga y fructífera) o su actual momento solista. Y si su obra es uno de los tantos caminos por los que se puede entrar a la movida madrileña de los ‘80, para la mayoría del público argentino seguramente sea un ilustre desconocido, ya que su debut en estas tierras se produjo recién en 2007 en el marco del Pepsi Music y con algunos shows en solitario.
Por eso, Loquillo - Rock & Roll Star 30 años es una buena manera de acercarse a su obra, emparentada ocasionalmente con el rockabilly, el surf rock, el country y el post punk, pero siempre y ante todo, netamente rocanrolera. Con una voz que fue mutando del desparpajo y desprolijidad adolescente hasta enderezarse al estilo crooner, el trabajo permite un conocimiento cronológico de su material, pudiendo visualizar las diferentes etapas musicales del catalán.
Loquillo es más un intérprete que un cantautor, por eso su obra recurre básicamente a dos compositores. Las primeras etapas lo vinculan a Sabino Méndez, histórico guitarrista de Los Trogloditas y responsable del manifiesto “Rock & roll star”, las descriptivas “Cadillac solitario” y “Por las calles de Madrid” o la bukowskiana y punky “La mataré”. También se destacan los aportes de Gabriel Sopeña, músico, historiador y poeta. Con él Loquillo compuso “El año que mataron a Salvador”, en homenaje a un militante anarquista, y adaptó “Transgresiones”, poema de Mario Benedetti.
Durante el disco 2 se puede encontrar un buen contraste entre la efervescencia del vivo y los tiempos de sexo, drogas y rock and roll (“Las chicas del Roxy”, “Todo el mundo ama a Isabel”, más la densísima “Rock suave”) con su actual etapa solista, más relajada y madura, donde conmueve con la autorreferencial “Memoria de jóvenes inquietos”, además de “Sol” y “Cruzando el paraíso”, todas de su recomendable álbum Balmoral (2008)
Otros momentos destacados llegan con la adaptación de “La mala reputación” de George Brassens y un cover de “Mincho Bar”, original de Buitres, una suerte de devolución de favores luego que los uruguayos grabaran “Cadillac solitario”. Pero la perlita es la versión en castellano de “El hombre de negro”, original de Johnny Cash y conformando un poker de ases del rock español contemporáneo, junto a Enrique Bunbury, el ex Gabinete Caligari Jaime Urrutia y nuestro Andrés Calamaro.
Quizás se pueda tener una idea de la magnitud de la obra de Loquillo a partir de la edición española en un box set de cinco CDs y tres DVDs. Su actitud de rocker eterno, su participación como actor central en la movida española post franquismo y su lengua siempre filosa a la hora de opinar lo hacen merecedor de eso.
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