Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Oniro

De cenizas…sangre

Cronista: Pablo Andisco

16 de Noviembre, 2009

De cenizas…sangre

Oniro confirma en este tercer disco todo lo bueno que venía insinuando en trabajos anteriores.

Con un notable packaging a modo de tríptico y con láminas e ilustraciones para cada uno de sus temas, Oniro se propone cerrar una interesante etapa conceptual que encierra sus tres álbumes. Porque si Panfilus (2003) se centraba en un espacio geográfico determinado y Abril (2006) tenía como eje a otro sujeto, en De cenizas… Sangre (2008) hablan desde una primera persona, algunas veces singular y otras plural, redoblando esa apuesta en la que letra y música se confunden en oscuridad y cripticismo.

Claro que esa sería una única manera de definir a una banda que ha dado unas cuantas muestras de su espíritu inquieto y, por este motivo, ya el primer tema es un intento de escaparse de aquella aproximación inicial: “Juntos” tiene guitarras distorsionadas y hardrockeras pero más bien claras y un estribillo de rimas cortantes y musicales. “Casi oculto” se destaca por los teclados iniciales que aporta Chin y aparecen Los Redondos como una de las influencias más notorias, aunque en este caso, vale acercarlos más con Indio solista, quizás por el sonido más cargado y las guitarras acústicas que sostienen los fraseos de la eléctrica, en una buena muestra de la comunión entre los violeros Pablo Turow y Tulkas Peverelli.

“Crecer” tiene todo para explotar en el vivo, con unas estrofas ideales para reagruparse y arremeter en el estribillo, mientras que “Llegando” es quizás el símbolo más claro de que cada canción es un clima, o viceversa: una hermosa melodía pop, acolchonada otra vez con las acústicas y apenas sobresaltada por la batería de Fernando Lamas, una amenaza permanente que nunca se cumple. Con “La vigilia” vuelven a explotar la facilidad para crear atmósferas en un estribillo memorable que da pie para que se luzca Chin en saxo alto y tenor.

“Lancero” parte en dos el álbum y refleja el costado oscuro de Oniro, con Gustavo García cantando sobre los fraseos de guitarra y de saxo, y el mismo camino transita “Sabe de mí”, con mucho de la impronta lúgubre de Tom Waits. “De cenizas” se pierde en un segmento instrumental y experimental hasta que llega “Rostros”, que se sostiene en el bajo machacante de Mariano Gambetta y desemboca en un estribillo a puro rock industrial. El cierre del álbum es relajado, ya que “A cerca” tiene la esencia de las grandes canciones, con la dosis justa de delicadeza folk y un poquito de épica metalera.

En un ambiente oscuro y por momentos casi macabro, Oniro sobresale a partir de sus canciones, extrañas, complejas, cambiantes, y se confirma como una de las mejores opciones del under para aquellos que buscan en una banda de rock algo más que eso.

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