Sepultura
A-Lex
14 de Julio, 2009
Sepultura (o lo que queda de) llega a su decimocuarto trabajo, una obra conceptual basada en “La Naranja Mecánica”.
A fines de la década del ochenta y principios de los noventa, Sepultura se impuso en la escena mundial como el grupo sudamericano más importante de la música pesada, de la mano de discos como “Beneath the Remains”, “Arise” y “Chaos A.D.”. Sin embargo, la sangría de sus miembros más emblemáticos llevó a una fuerte caída tanto en su popularidad como en su propuesta musical.
Si el alejamiento de Max Cavalera en 1997 ya había generado polémica en cuanto a cuan “verdadero” era “un Sepultura sin Max”, esto se vio potenciado con la salida de Igor (su hermano y miembro fundador), que dejó a Paulo Jr. como único sobreviviente de la formación original, junto a un cantante altamente cuestionado (Derrick Green), a pesar de contar con Andreas Kisser, emblemático guitarrista de la agrupación.
Así las cosas, Paulo Jr., Kisser y Green decidieron seguir adelante (mucho se rumoreó sobre un cambio de nombre) y reclutaron a Jean Turrer Dolabella como baterista, puesto para el cual se dice que Martín Carrizo peleó palmo a palmo hasta último momento. Con esa formación grabaron “A-Lex”, una obra conceptual basada en el libro de Anthony Burgess, “La Naranja Mecánica”.
El disco muestra por momentos algunos acercamientos al sonido que Sepultura popularizó de la mano de los Cavalera, aunque sin arrimar al perfil thrash metal que le consiguiese a la banda fama mundial, pero sí con el enfoque más ganchero y directo con ciertas reminiscencias al perfil más hardcore de “Chaos A.D.”.
Si bien esto podría leerse como un paso acertado para aquellos que extrañan aquel sonido que Sepultura abandonó ya en la época de “Roots” (1996, aún con los dos Cavalera a bordo), lo cierto es que el recurso le genera paralelamente un inconveniente a la propuesta del grupo: mientras más se acerca la música a los tiempos de gloria de los brasileros, más notoria se hace la diferencia de quien se encuentra tras el micrófono. No necesariamente por una limitación de Green, sino por la tan característica impostación de Max Cavalera que sigue resonando en la retina aún más de diez años después de su alejamiento.
Hay que decir que teniendo en cuenta el estilo musical de Sepultura, embarcarse en la realización de una obra conceptual no es una apuesta menor. Por lo general, este tipo de obras se asocian y conjugan mejor con propuestas más progresivas, en donde la versatilidad o amplitud del género permiten un mayor grado de expansión y dinamismo.
Sucede que a lo largo de “A-Lex” abundan por ejemplo interludios instrumentales que apuntan a la creación de climas o atmósferas sostenidos en medios tiempos cuya presencia parece corresponder más a una necesidad forzada por la lírica que por lo que pueda requerir la canción o el disco propiamente dicho.
De todas maneras, puede que lo que juegue en mayor perjuicio del álbum sea el simple hecho de la palabra “SEPULTURA” en su portada. No por hacer de esto una defensa fundamentalista de los Cavalera, pero el peso emblemático de algunos miembros (tanto en este como en otros casos) puede ser una mochila demasiado pesada para cargar.
Sepultura se ha mantenido en su convicción de seguir adelante y a lo largo de los doce años que pasaron del alejamiento de Max Cavalera ha editado discos que, de contar con otro nombre en la tapa, seguramente hubiesen tenido otro tipo de recepción.
Aún así, la ausencia de ambos hermanos Cavalera fuerza a quitar el foque de lo estrictamente musical (jugando en contra de una apreciación musical objetiva), pero la carga mística y emocional en demasiado grande en los fanáticos y seguidores del género como para hacerla a un lado a la hora de escuchar un disco de Sepultura.
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