Canibal Can
Aunque no quieras
06 de Abril, 2009
El rock de guitarras, limpio y podrido según la ocasión y en su punto justo, es la carta de presentación de Canibal Can.
Con poco más de cinco años de vida llega el debut de esta banda oriunda del Sur del Gran Buenos Aires, al que arribaron luego del correspondiente camino: ensayos, demo y circuito de bares y boliches de su zona de influencia y la Capital. Y finalmente, luego de un año en la cocina, “Aunque no quieras” vio la luz, con once canciones compuestas por la banda y la excelente producción de Charlie Desidney y Goy Ogalde.
Pero la presencia del líder de Karamelo Santo no debe invitarnos a pensar un disco con sonido latinoamericano, sino todo lo contrario. Canibal Can tiene un estilo bien anglosajón, con un elemento que sobresale: la pared de guitarras que forman Agustín Volpe y Alejandro Muñoz, presente a lo largo de todo el disco. Y junto a la base correcta y precisa de Adrián Sánchez (bajo) y Agustín Segovia (batería) emerge el otro elemento destacado de los caníbales: la voz de Joaquín López García, que siempre entrega el registro que pide la canción.
Los quiebres dominan la estructura de “Por donde”, tema que abre el álbum y primer corte de difusión, que se justifica por su estribillo ganchero. La influencia de grupos como The Strokes, con las guitarras sacándose chispas se manifiesta en “Vas a querer volver”. “Cuida tu espalda” y “En contra de la peste” esbozan algún vínculo con el sonido pelotero: la primera por el apoyo de la guitarra acústica y la segunda por el guiño al funk, el juego de los planos y algunos yeites de la voz que recuerdan al querido Ale Sokol.
“Mil palabras” baja por primera vez los decibeles, pero sólo por un instante, ya que después arremete con guitarras en plan The Edge y una letra que sobresale, aún desde cierta crueldad. “No importa donde caiga” está sostenida por el bajo, hasta que explotan las violas, una fórmula que la banda repite en buena parte de sus canciones. “Vos” es una linda balada oscurita, con ocasionales silbidos y la batería golpeando fuerte y llenando silencios. “De toda verdad” juega en su arranque entre el pop y el rock, para llevar con cierto espíritu bailable la letra más enojada del disco.
“Cadenas” tiene algo de ese reggae sucio de Sumo, y la coda entre tristona y bajonera comandada por la trompeta de Osvaldo Arias continua el ADN hasta Las Pelotas. “Ahora conciencia” es de lo mejor del material, un pop que cada vez se hace más rock, que incluye otra vez la trompeta ahora con un solo épico, y un muy buen cierre riffero. El último tema es “Lo que vendrá”, otro rock and roll de guitarras al palo, para reforzar el estilo que abraza la banda.
Con once canciones prolijas que pelean por alejarse de una fórmula rendidora pero algo repetitiva, Canibal Can entrega un buen primer disco, que se jerarquiza con un notable arte en el booklet.
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