Mavirock
Mavirock y su tercer ojo
11 de Noviembre, 2008
Segundo disco de la banda que nació del dolor.
Unos cuantos elementos comunican directamente este trabajo con el anterior, “Casas Marcadas (Se fue con vos)”, el debut de Mavirock editado en el 2005. Y lo primero que llama la atención es el packaging que acompaña al CD. En aquella edición se trataba de un libro. En este caso, las letras de las canciones viene en láminas, al estilo del Momo Sampler ricotero pero de un tamaño más grande, con fotos, ilustraciones y frases de ocasión: un lujo que, parece, sólo se pueden dar aquellos artistas que transitan la independencia.
Y desde el punto de vista musical, no hace falta delatar la impronta de Patricio Rey que rodea a la banda, ni hacer ninguna caza de brujas al respecto. Es que Mavirock se formó en la casa de María Victoria Lata, una chica que no se perdía ningún recital de Los Redondos, y luego de su temprana muerte a los 17 años, sus padres Luis Rolando Lata (voz y composición, junto al también cantante y guitarrista Ernesto Salinas) y Silvia Cattino (batería), decidieron formar Mavirock, en su homenaje y a modo de catarsis. Para este disco, la banda se completa con Hernán Salinas en bajo, Rodrigo Cervetto en guitarra y Topo Cabrera en saxo tenor.
Luego de una intro con un poco de raga y otro pulso tribal llega la explosión de “Proféticas visiones (tercer ojo)”, con vueltas de guitarras y saxos. Se le pega “El penal”, ahora con violas acústicas, que amplían las influencias a los primeros Gardelitos, también desde la lírica, más cercana a filosofía urbana y directa de Korneta Suarez que al cripticismo de Solari. Aunque la originalidad de Mavirock está en un menor alcance universal, y parecen hablar de personajes reales y cercanos.
Casi no hay silencios en el disco, y de inmediato “Texto final” los deposita en un funky cansino, que permite disfrutar de los dibujos del saxo tenor del Topo. “Palermo Hollywood es un rock ricotero hecho y derecho, guitarrero y cabalgante. “Tu mente cruzó la línea” emociona aún más por tratarse de un tema de María Victoria. Una bella melodía, y una estructura más solariana que ricotera, si es que los 2000 permiten este tipo de distinciones. “Puerto Madero” es un rockazo plagado de lugares comunes en la sátira de un playboy, un estilo lírico que se repite en “Re lindo… re nada”, aunque ahora en reflejo de una rubia tarada.
Pero estos pequeños deslices poéticos quedan a un lado cuando la banda se mete de lleno en asuntos más trascendentes. “30-30.000” y su oscuridad épica homenajeando a los desaparecidos de la última dictadura y “Elegía” dedicada especialmente a los Padres de Cromagnon y a todos aquellos que sufren el día a día posterior a la pérdida de un hijo. El cierre, sin embargo, destila algo de optimismo y “Seamos felices (esa noche)” invita a rocanrolear bien al palo en una caravana festiva para ver a esa banda que “no transa ni va a traicionar”.
En “Mavirock y su tercer ojo” la banda se afirma sobre su disco debut y sigue construyendo su propia identidad en un universo de ricota.
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