Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Luis Alberto Spinetta

Un mañana

Cronista: Pablo Andisco

23 de Septiembre, 2008

Un mañana

El Flaco vuelve a presentar un disco a la altura de su trayectoria.

Luis Alberto Spinetta siempre se las ingenia para sorprender, incluso en su disco número 36, pergeñado en la intimidad de su estudio “La Diosa Salvaje”. En este caso, si bien tiene el sello inconfundible del prócer del rock local, la solidez de su banda, el aporte trascendental de los tres “violeros estrellas invitadas” y el curioso arte de tapa entregan matices que realzan la obra.

El primer tema es “La mendiga”, con el piano marcando los cortes y la aparición tardía de la guitarra, lo que junto al relato urbano impregnan el álbum de un espíritu “Jade”. Este clima también se desprende de “Vacío sideral”, ahora con el Flaco ocupándose de casi todos los sonidos, incluidas las programaciones, apenas acompañado por la guitarra solista de Baltasar Comotto, colaborador de hace un tiempo de Luis y miembro estable de la banda del Indio Solari.

“Tu vuelo al fin” es una canción digna del mejor Spinetta, con su riff inquietante y la poesía en un juego permanente con la lingüística, que inicia el mejor pasaje del disco. Le sigue “Tu vuelo al fin”, algo más distorsionada y con un solo ascendente del talentoso y versátil Nicolás Ibarburu (Jaime Roos, entre otros). Por su parte, “Hiedra al sol”, tiene un espíritu folk y acústico traído por la soledad del Flaco y su guitarra acústica, que conecta con el “Por” de Artaud (1973), aunque con menos surrealismo en la lírica.

Promediando el álbum llega “Canción de amor para Olga”, una pieza en tres actos, con arreglos clásicos de Claudio Cardone, cada vez más presente con sus teclados, al punto de participar en la composición. “Un mañana”, el instrumental que titula el disco, funciona como puente para la segunda parte del material. Ahí es cuando aparece “Mi elemento”, elegido como corte de difusión, otra vez con la lírica semiológica y un protagonismo esencial de las guitarras: la acústica de Luis y la eléctrica de Sartén Asaresi, invitado para el épico solo final.

“Hombre de luz” vale la pena por su significado simbólico y arqueológico, ya que se trata una composición de Luis Santiago, padre del Flaco, de mediados de los ’70. Es una melodía densa con un sonido especial, ejecutada únicamente por los teclados, y tiene una bella explicación en el booklet acerca de la relación padre/hijo. “Preso ventanilla” con su estructura rocker permite que la banda (que se completa desde hace ya un tiempo con Nerina Nicotra en bajo y Sergio Verdinelli en batería) se luzca en conjunto. Para el cierre queda una joyita como “Despierta en la brisa”, con esas líneas de guitarras mántricas que tanto le gustan a Luis, y “Para soñar”, con la voz del Flaco perdiéndose entre los arreglos de cuerdas, también responsabilidad de Cardone.

Es inevitable referirse al arte de tapa, responsabilidad del reconocido Alejandro Ros, cuya aparente simpleza contrasta con la incomodidad de su forma de paralelogramo, redondeando una de las mejores portadas de su carrera: seguramente en un tiempo adquirirá vida propia, y como sucede con el primero de Almendra o el ya mencionado de “Pescado”, se lo conocerá como “el del tipito subiendo la escalera”.

Con la magia intacta, una banda cada vez más sólida y permanentes guiños a su pasado, Spinetta mira el futuro de la mejor manera.

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