Intoxicados
El exilio de las especies - Thend
08 de Septiembre, 2008
Con un buen disco, Pity Alvarez cierra la trilogía intoxicada.
De sus comienzos como rockero suburbano hasta su actualidad de personaje mediático del que todo el mundo se siente con atribuciones como para opinar, Cristian Álvarez pasó por unos cuantos estados. Fue héroe de la clase trabajadora mirado con recelo por la intelligentzia rockera, niño mimado de la crítica y el público, auténtico crossover de estilos y clases, entre tantas otras cosas, hasta convertirse simplemente en “El Pity”. Y como producto de esas mutaciones fue pergeñando una trilogía que llega a su fin en el cuarto trabajo de Intoxicados, cuando empezaba a repetirse en la fórmula del no sólo rock and roll..
El disco abre con “Bienvenidos al Apocalipsis”, una introducción instrumental de corte tribal y de inmediato “Comandante”, un hip hop al estilo “Una vela”, pero con una letra menos urbana y más personal. “Noche con amigos”, firmada por el bajista Jorge Rossi, tiene el espíritu de Andrés Calamaro más presente que nunca: una letra con el perfume etílico de Los Rodríguez y una melodía propia de la etapa de El Salmón. No hay mucho más que agregar para “Pila pila”, el adelanto del álbum lanzado con casi seis meses de anticipación, uno de esas bromas que suele jugar el Pity que deleita a unos, exaspera a otros, pero difícilmente pasa inadvertida.
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“Me vuelvo al sudeste” con el Negro García López en guitarra, es un viaje en el tiempo: un rock and roll clásico que data de la época de Viejas Locas. “Quien soy” es una tecno canción muy cargada, con efectos de radio y televisión y la autorreferencialidad como línea narrativa. Esta misma tónica sigue en “Casi sin pensar”, segundo corte de difusión, una linda melodía con un prólogo de Pity filosofando sobre el origen de las especies, algo de lo que prescindieron las radios. Entre estos dos temas se cuela uno de los mejores del álbum, “Un secreto”, un reggae optimista y socializante con una letra que apela al sentido común e incluye un diálogo imaginario con el filósofo Karl Marx.
El gran acierto del disco llega con “Mayonesa”, ya que es ahí donde Pity arriesga y gana en una canción electrónica y bailable con una metáfora surrealista sobre el paso del tiempo y una melodía deliciosa que recuerda al García de “Buscando un símbolo de paz”. “Jaime Marrón”, es naturalmente un homenaje a James Brown, un funky con la cadencia propia del género, que deja ver la versatilidad de la banda.
“Del mar” es la otra joyita del álbum, ya que logra a partir de la simple comunión de letra y música una bella balada guitarrera con reminiscencias floydianas. El afro reggae de “África” resulta algo reiterativo y cansador y el “Himno a Bolaños” suena a capricho del líder: una marcha en homenaje al creador de El Chavo grabada por una fanfarria y antecedida por el primer silencio en el disco, ya los doce tracks anteriores están conectados entre sí por algún tipo de sonido.
Es inevitable hacer mención al packaging del álbum, responsabilidad de Bruno Mencia. Una estética egipcia y una tonalidad ocre predominan tanto en la tapa como en la lista de temas ordenados según la caligrafía jeroglífica, además del libro interno en forma de pirámide, que si bien no incluye las letras de las canciones, aporta una serie de manuscritos que, con buena voluntad, podemos suponer como originales de la banda, lo que permite apreciar cómo fueron mutando algunas de las letras.
“Thend” llega en el momento justo, cuando Pity empezaba a repetirse y sus chistes causaban cada vez menos gracia.
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