Nave India
Cazador presa
02 de Junio, 2008
Nave India – Fuertes en un mundo extraño
Nave India es un trío de rock que desde 2003 viene tocando en el circuito under al mando del bajista, cantante y compositor Gustavo Fernández. Antes de publicar “Cazador Presa” (2008) existieron “Hacha” (2006) y un trabajo no oficial titulado “Mundo extraño”, con otras formaciones. Con fuertes influencias de grupos alternativos de los 90’s y bandas de los 70’s, el grupo plantea un sonido contundente sin descuidar el trabajo melódico.
El nuevo disco comienza con un breve instrumental, “Cazador”, que es la calma que antecede al huracán. En el track dos, el presuroso “Algo animal”, se experimentan al menos seis climas sucesivos y un clímax sonoro. Al ritmo entrecortado lo continúan eléctricas y acústicas arpegiadas; llegan el motivo ascendente, capas de cuerdas nostálgicas y el pasaje luminoso que sostiene una de las mejores frases del álbum: “Vas por la calle buscando respuestas que no se consiguen en casa”. El espacio mental necesario lo dan oscuros pasadizos que recaen en la repetición del estribillo. El guitarrista, Rodrigo Castro, retoma el viaje instrumental sofocante, más distorsionado y la voz clama “Salir”. El final llega abrupto.
Le sigue “Ciegamente”, que acelera el tempo apretando el paso sobre sí mismo; tarda en marchar hacia adelante con bajo y guitarra machacantes y la histérica batería de Gonzalo Quiben. Se escuchan además sonidos punzantes y movedizos, cuerdas aplastantes y yeites huidizos. Es una canción enfermiza y furiosa.
El suspiro alternativo llega con “La rienda del sol”, un lento reparador con primacía acústica con electrificación en la segunda mitad. A lo largo del track, guitarras arpegiadas y graves colchones refuerzan el clima agridulce. La calma es relativa: hay una sección intermedia donde todo se recarga de golpes y tensión sonora.
Otro tema casi completamente lento cierra el álbum: “Presa” tiene sonido a madera en las cuerdas y llega luego una base funky antes del final distorsionado: se remarca algo que el cierre abrupto deja envuelto en incógnita. También merecen atención en la placa el alternativo y funky “Cerdos”, el obsesivo y sónico “Así va a ser mejor” y un impaciente “Mundo extraño”, por nombrar algunos.
Musicalmente no hay fisuras en el disco y los músicos amalgaman con firmeza y soltura, atentos a los constantes cambios de ritmos sobre los que se sostienen melodías claras. La base puede tomar vuelo cuando es necesario, las guitarras se lucen en lo rítmico y melódico y en el tratamiento con efectos. El cantante demuestra flexibilidad en la voz y personalidad en la interpretación. Hay algunas letras que necesitan de una lírica más trabajada, lo que permitiría más vuelo en las canciones.
Cabe preguntarse por qué es tan inusual la colaboración autoral en el rock argentino. Varios artistas reconocidos lo han hecho: Gustavo Cerati con Pablo Schanton y Francisco Bochatón, entre otros; Luis Alberto Spinetta con Roberto Mouro en varios discos; Andrés Calamaro con “Cuino” Scornik en “El salmón” y “Mil horas”, por ejemplo. Si hasta el primer Lado B de Los Gatos tenía la letra que el periodista Pipo Lernoud había compuesto para Moris: “Ayer nomás”.
Plantear ese desafío podría jugar a favor del trío y posicionarlo como referente alternativo, pues la composición y el sonido ya están logrados.
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