Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Catupecu Machu

Laberintos entre aristas y dialectos

Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro

29 de Noviembre, 2007

Laberintos entre aristas y dialectos

Catupecu Machu logra despojarse de algunos fantasmas y ganar un material de colección.

Para Catupecu Machu la conceptualidad más abstracta forma parte de su materia, de su  gen musical. La búsqueda filosófica de un concepto tantas veces explorado como la muerte no es camino difícil para una banda acostumbrada a sentarse en la otra vereda.

Ya sea desde lo musical, como desde lo lírico, Catupecu siempre se caracterizó por buscar un camino diferente al del resto por lo que no llamó la atención que la banda, luego del parate obligado producto del accidente que sufrió Gabriel Ruiz Díaz hace más de un año y medio, decidiera afrontar la situación y dedicar su reciente y última producción al estado emocional, sentimental y sensorial que representó para ellos, especialmente para Fernando Ruiz Díaz, el proceso de rehabilitación que, todavía hoy, lleva adelante Gabriel.

Para no escapar a ese concepto intrínseco la banda decidió dividir el disco en dos, masterizarlo en New York, hacerle un book semi libro, ponerle un título tan borgeano y desenchufarse, o mejor dicho: humanizarse. Así nació “Laberintos entre aristas y dialectos”, un trabajo a flor de piel dividido en dos capítulos: “Tratado de la materia en estudio” (tres temas nuevos y tres viejos en versión casera) y “Registro de la materia en concierto” (un vivo realizado en septiembre de 2005).

El primer material, el más interesante, demuestra el temor que le provocó a Fernando la convalecencia de su hermano: “Te resucito en el sueño, es lo que espero encontrar. Entro en el viaje del miedo, abro la puerta al cerrar”, canta el frontman en “Viaje del miedo”, una canción que mantiene vivo el espíritu de la banda. Sin embargo, el recuerdo no termina ahí, vuelve a aparecer en “Dialecto”: “Muero de más, conjuro en secreto, duelo. Entre aristas a cuero abierto, vuelvo a cero”, con un ritmo galopante, retorcido, quizá repetitivo; una imagen estancada que parece no poder ser librada. En “Foto en blanco y negro” se sacan un par de fantasmas para lograr una canción más compacta, con la voz de Fernando que aclara y un corte de guitarra que demuestra su calidad.

“Magia veneno” es un acusticazo en el que el cantante muestra su grandeza logrando, en soledad, una canción descontracturada que permite sacarle el traje de hit y revestirla como canción. Algo similar a lo que sucede con “Grandes esperanzas” y “El lugar” (con Esteban Serniotti en guitarrista y Zeta Bosio en bajo) , en los que se siente ese clima sensorial antes expresado.

La segunda parte del material confirma que se trata de un álbum despojado. Con los vientos, el piano de Macabre y el apoyo del cajón peruano y percusión de Javier Herrlein como frente de batalla, la banda recorre una serie de canciones grabadas en otros materiales como “El número imperfecto”, “En los sueños”, “A veces vuelvo” y “Cuentos decapitados”. El dato saliente es la inclusión de “Seguir viviendo sin tu amor”, clásico de Luis Alberto Spinetta, con una gran cuota de vientos que hubiesen calzado perfecto en el tema original.

Pese a que “Laberintos entre aristas y dialectos” es un material retorcido, pero musicalmente tranquilo (algo a lo que no está acostumbrado el fanático de la banda), consigue sobrepasar prejuicios y ver la luz. Un material más que digno.

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