Lumbre
Bajo la avenida hay un río
06 de Noviembre, 2007
Primer disco de Lumbre: un viaje al lado B de los ’70.
El debut de Lumbre es una propuesta que puede resultar novedosa, sin embargo sus influencias hay que buscarlas casi 40 años atrás: se sabe que en el rock casi todo está inventado. Lo que hace esta banda, autodefinida como de “Rock Raro”, es buscar su identidad en los márgenes de los grandes éxitos. Pink Floyd en los tiempos de Syd Barret, The Beatles experimentales de Abbey Road y esa experiencia tan caótica como genial que fue La Pesada del Rock and Roll.
El título del disco es una crítica al progreso indiscriminado, sin embargo, desde la combinación entre textos y sonidos se plantea la idea de armonizar con la tecnología. De esta manera se articula el formato original de la banda, un trío formado por Elvio Antonaccio (voz, bajo y principal compositor), Christian Stella (batería) y Oke Gómez (guitarra) con la experimentación en el estudio, responsabilidad de Hernán Calvo, tecladista y productor. El resultado es un disco conceptual, bien cargado y para escuchar de corrido.
La introducción es instrumental, con sonidos de interferencias y título desarrollista (“Las antenas, las ondas electromagnéticas y nadie”) y, pegadito, “No llores”, un manifiesto cuasi hippie desde la letra (“Detente en el árbol, el lago, los ríos, las flores, que son tan amables”) y un sonido potente con la guitarra distorsionada al frente. “Prisa” es lo mejor del disco: armonías vocales al estilo beatle, juegos entre teclados y guitarras y una mixtura ideal entre sonidos y silencios. “Canuto” los devuelve a la potencia sonora y un vínculo con el rock de los ’70: riffs de guitarra poderosos que estructuran las melodías de la voz. Y “Lejos” es una muestra de lo mejor que sabe hacer la banda: manejar los climas y pasar de la distorsión a la suavidad.
El tango piazzolliano “Humedad y Buenos Aires” antecede a “Quizás nada”, estructurado en cuatro partes, al estilo “Shine on you crazy diamond”, doble guiño, a Floyd y a Syd Barret, el Diamante Loco que orienta la marcha de Lumbre. El disco se cierra con un instrumental, “El tiempo dirá”, y si el disco abrió con interferencias se cierra con cuatro minutos de canto de pajaritos.
Lumbre redondeó un interesante disco, recuperando sonidos que parecían perdidos entre tanto mainstream y agregándole su visión desde este presente que nos toca vivir. Una luz en lo que todavía llamamos under.
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