Juan Rosasco en Banda
Paseo en Menta
28 de Agosto, 2007
En su tercer material, Juan Rosasco revuelve los mejores y peores recuerdos de su pasado a través del pop, el rock, la chacarera y el candombe. Un material lleno de imágenes y con un sabor único: exquisito. ¿El dato? Una canción dedicada a los muertos de Cromagnon.
El viaje rumbo a la infancia suele estar poblado de malos y buenos recuerdos que, en conjunto, saben a nostalgia. Añoranzas de un tiempo que se fue y que solo puede volver a través de las fragancias y la música, dos de los canales más privilegiados a la hora de comunicarnos, vía corazón, con el pasado.
Juan Rosasco lo sabe, por eso decidió sacar del viejo arcón esas historias llenas de sensaciones pequeñas en tamaño, pero grandes en emoción. Luego de dos discos en los que plasmó lo mejor de su melancolía, tanto en formato intimista (Mil corbatas) como conceptual (Oscurito), el cantautor vuelve sobre sus primeros pasos en la vida con un disco lleno de imágenes, colores y sensaciones.
Paseo en menta, tercer material del artista, se vende sólo desde su arte de tapa: pseudo hippie infantil. La clave es clara: un viaje hacia el pasado a través de leyendas, verdades que duelen, impresiones personales y una cuota lisérgica.
El álbum arranca bien arriba con “Efecto 10”, una marcha pop que lo ubica más cerca del hit, por momentos frágil, en la que cuenta alguno de los anhelos de ese chico que alguna vez fue (“Tengo la gorra de Don Ramón y aunque me muera por verte, puedo tomar de tu taza y ser feliz así”). “Noel” desnuda las preguntas que tiene un chico sobre el hombre de los regalos de Navidad y emociona en todas sus frases e imágenes (“Cómo pude yo dudar que vos regresarías, y aunque sea mentira yo te alcanzo a ver”) y en su formato canción por momentos abajo y por otros arriba.
Pero la hierbabuena no sólo recorre sus recuerdos felices. En “Toxi”, como indica el nombre, acerca de algunos excesos, saca lo más oscuro de su memoria y lo rellena de frases sabinescas. Un tema que desgarra y conmueve desde la segunda voz de Paola Acosta; un lujo.
Y si el viaje se había complicado nada mejor que una hawaina con slide con la compañía de Jorge Serrano (Los Auténticos Decadentes). En “Tanta pulsión” aceleran el latido del corazón para luego volver a bajar en una canción llena de metáforas de amor, el don de Rosasco. Algo similar a lo que ocurre en la recreativa “Como un boomerang esta noche”, donde dice: “al corazón no lo tomes en serio”.
Pasan la chacarera “Retiro” (en la que habla de los sin techo) y la íntima historia de un chico que recuerda a su padre, “Vías”. “La soga marrón” es una candombe, símil cuartetazo, con las bases llevaderas de Sergio Maza (bajo) y Mauricio Bachetti (percusión y batería).
“La democracia es el paseo en libertad”, dice Rosasco de “21 primaveras”, canción con climax medio que trata sobre la dictadura militar (“La primavera me da libertades y casi alcanza”). El tandem “Algún otro cambio” (con Sergio Rotman en saxo) y “Botones” sirve para diferenciar el ayer del hoy. Por un lado un amor de una infancia de calle (con un gran trabajo de Pablo Lospennato en guitarra) y por el otro las relaciones actuales a través de Internet. Para terminar: “Año nuevo, vida nueva”, hasta ahora, la mejor canción dedicada a los muertos de Cromagnon: una historia que desgarra desde el alma.
Paseo en menta es, sin dudas, el mejor material en la carrera de este joven cantautor. Pero también, hasta ahora, uno de los mejores discos del año. Un álbum claro a pesar del buen manejo de metáforas. Un trabajo conceptual que refleja un grupo de emociones en formato canción. Una aventura difícil de olvidar.
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