Vientre

Desde que apareció en escena, hace más de 15 años, Vetamadre se caracterizó por ser una banda política y estéticamente correcta. No para el común de la gente, pero sí para un  selecto grupo que los lanzó más para el lado del culto que para el de popularidad, pese a algunos buenos videos corte Mtv. Tras años de deserciones y sueños nuevos, la banda parece seguir renovando su estilo, aunque básicamente la conjunción del pop y el rock (más este último) cuadren como elemento esencial.

Pese a que la banda nunca se instaló en el mainstream con fuerza, estos años les sirvió para progresar en lo personal, sin ninguna de las exigencias que suelen venir desde arriba. Un proceso de gestación que se extendió hasta hoy, y que parece querer transmitir las ganas que tienen de salir del Vientre (nombre elegido para su cuarta placa) con la pujanza necesaria para que el proceso vuelva a empezar. 

“Mi camino es el que andaré para ser el que quiero ser. Parece mentira que sea así, mil años atado a un sueño gris. Ya no tengo miedo de salir”, afirma Julio Breshnev en la candente “Instantes”. Y confirma aquello de que la banda busca salir, aunque sea por un rato, del pesimismo intrínseco que llevan sus discos anteriores (Ruido del mundo, Libérenme y Veratraves). Lo que sí se mantiene de la misma manera, es el arte de tapa. Vuelve a prevalecer el rojo y el blanco y ese clima de despecho y ostracismo.

La lírica está intacta, pese a que la melancolía no se deja mostrar tanto. El pop arriba de “Vientre” (canción que abre el disco homónimo), se mezcla plácidamente con el rock británico marca U2 de “Ya fue”, con la balada “Canción” y con las bellas “Libro nuevo”, Veta madre” y “Tan real”.

Vetamadre consigue salir con éxito de la burbuja eterna y mostrar algo de su parte más interna, pero no por eso intimista.