Volador G
Par
07 de Mayo, 2007
Volador G intenta generar un puente entre el pop suave y el rock de guitarras crudas, apoyándose también en las ayudas tecnológicas.
A pesar de estar dividido en dos lados virtuales, existe un hilo conductor a través de las canciones de Par, cuarto trabajo (contando los EP “Animal” -2002- y “Ultramar” -2003-) de Volador G: canciones que toman elementos prestados tanto del rock como del pop, sin definirse por uno, pero logrando un contraste que le da un distintivo al sonido de la banda. Las guitarras distorsionadas se mezclan con efectos y programaciones sin que la canción pierda su esencia en el camino.
El disco se divide en dos “lados virtuales” de seis canciones, con la particularidad de contar cada uno con un productor diferente. El primero a cargo de Richard Coleman (Los Siete Delfines) y el segundo por Ezequiel Araujo (El Otro Yo). Ese concepto de dualidad, que está presente también en el arte del disco, se hace presente sobre todo en las composiciones, más que en la virtual división. Aún así, se pueden percibir algunas pequeñas diferencias en cuanto al sonido de cada uno de los productores, aunque no son significativas.
A lo largo de las canciones la atención parece concentrarse siempre en los versos de Fernando Pécora, sin embargo, es lo que pasa detrás lo que termina por definir a las canciones. Ya sea por una guitarra furiosa como la que abre la placa en “Delicias”, o pasajes más oscuros como “Sobre Cenizas”. Como contrapunto, aparecen también melodías suaves y llevaderas en “A Veces”, o una poco más introspectivas en el caso de “Huracán”.
En ambos casos, tanto la producción como la composición son intachables. La banda logra logra moverse a gusto entre los contrastes de sus canciones, entendiendo claramente que allí recae el principal atractivo de su propuesta. Consigue además darle dinámica y modernidad a lo temas, sin que dejen de ser, justamente, canciones. Más allá de apoyarse en samplers y programaciones de vez en cuando, aparecen siempre una guitarra y una voz para guiar el camino.
A excepción de “Bolero” o “No Soy”, la lírica de “Par” busca resolverse en pocas líneas, pero al mismo tiempo dejar el camino abierto a diferentes interpretaciones, más que redondear una idea. Esa idea se palpa también en los temas, que a pesar de cerrarse (en su mayoría) en menos de cuatro minutos, atraviesan diferentes estadíos sin definirse decididamente por un clima en especial.
“Par” representa uno de los caminos que se abre dentro del rock nacional. En una vereda opuesta a la del rocanrol, pero que también ha probado ser convocante, sobre todo con las consagraciones de Gustavo Cerati en el último tiempo, y yendo un poco más atrás, Babasónicos (aunque su propuesta sea mucho más rockera que la de estos últimos). Volador G transita la segunda línea de ese camino (en donde podríamos ubicar por ejemplo, a Dios Los Cría) y no parecen faltarle elementos para llegar lejos.
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