Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Las Pastillas del Abuelo

Sobredosis de Pastillas

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

04 de Abril, 2006

Sobredosis de Pastillas

En un fin de semana de locura para la gente de Las Pastillas del Abuelo, después de agotar la función del viernes, volvieron a El Teatro el domingo y lo colmaron nuevamente. Prueba contundente de una banda que se las trae

Las Pastillas del Abuelo decidieron dar un paso adelante en su carrera y concretaron este fin de semana sus primeras dos funciones en El Teatro de Colegiales. La función del viernes se había agotado dos semanas antes del show y para no dejar a nadie afuera agregaron una el domingo. Y cuando se esperaba que la convocatoria sea menor a la del viernes, más de mil personas coparon el mítico local de Federico Lacroze y Alvarez Thomas. El resultado: fiesta. Abajo y arriba del escenario.

El clima en El Teatro era ideal. A pesar de que había pasado hacía rato la hora dispuesta para el comienzo del concierto, a medida que la gente continuaba ingresando al lugar, se iban acoplando a los cánticos de quienes ya llevaban un buen tiempo aguardando a Piti y compañía. Desde “el que no salta es un inglés” (recordemos que se cumplía un nuevo aniversario del desembarco en Malvinas) hasta los versos de Skalipso, que más tarde entonaría la banda, sirvieron para ir poniendo a punto el ambiente.

Finalmente, las luces se apagaron y desde el otro lado del telón llegó el primer saludo de la banda, de la mano de Almafuerte, no sin el consiguiente agradecimiento a toda la gente que se había acercado al lugar. Más allá de la creciente convocatoria, la banda mantiene una relación especial con sus fanáticos de la primera hora (agrupados bajo el nombre de “La 20” ) para quienes dedicaron Me han dicho, mientras desde abajo respondían con el clásico “Vamo’ a tocar en River Plate”, marca registrada de La 20.

No faltó tampoco la mención y el deseo de una pronta recuperación de Gabriel Ruiz Díaz, antes de dar paso a La Casada para luego terminar de encender al público con Saber cuando parar y Me resulta imposible. Después de diez temas, Piti y Bochi internpretaron un pequeño set acústico, que sirvió además como descanso para más de uno. Después, como para seguir “en onda”, vinieron algunos temas más tranquilos, como Oscarcito y José para volver finalmente a la carga con el reggae Por un peso cincuenta.

De ahí en adelante, todo fue algarabía, euforia, fiesta. La gente no paró de cantar, de saltar, de bailar y, por supuesto, de subirse a los hombros de otra gente, como en Sabina y Piazzolla. Y tan o más evidente que en el público, era la satisfacción que reflejaba la banda arriba del escenario, algo que quedó en claro con los constantes agradecimientos.

“Gracias por todo gente, nos vamos de fiesta” fueron las palabras de Piti antes de “El Cowboy” , al que luego le siguió (a modo de bis “sin retirada”) Skalipso y Una vuelta de tuerca, seguidilla que marcó uno de los puntos más sobresalientes del show. Tras 21 temas, la lista llegaba a su final, pero la gente no parecía dispuesta a irse sin los versos de “Sensei”, que podría considerarse como “el” clásico de Las Pastillas, y sólo entonces, la fiesta fue completa.

El concierto del domingo fue prueba contundente de que el éxito de Las Pastillas no es casual. La banda tiene la capacidad de defender su propuesta con gran profesionalismo arriba del escenario, algo que, por desgracia, hoy no parece ser requisito excluyente en la escena local, pero que sin lugar a dudas no es un factor menor cuando uno busca explicar su creciente convocatoria.
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