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Garage Fest

Garage Fest Dia 1 - Alucinaciones under

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Gentileza: Ro Diaz

03 de Febrero, 2006

Garage Fest Dia 1 - Alucinaciones under

El circuito “indie” de Buenos Aires se volvió a congregar para un festival de bandas garage, esta vez en el barrio de San Telmo. Lotus¸The Tandooris¸y Los Peyotes fueron los encargados de musicalizar la velada del under porteño

Las angostas veredas de San Telmo recibieron una vez más a reducido pero fiel público que se acercó hasta el 571 de la calle Perú para echar un vistazo sobre las “promesas” de la escena under de Buenos Aires. Los Peyotes fueron la cabeza de cartel en esta ocasión, contando con la compañía en las tablas de Lotus y The Tandooris.

En contra de cualquier pronóstico el lugar abrió sus puertas apenas pasadas las ocho de la noche (ultra-mega puntual, si tomamos como referencia cualquier festival under) y en cuanto se contaron alrededor de cien personas entre los presentes, los chicos de Lotus pisaron el escenario. Sin embargo, no arrancaron inmediatamente, ya que el guitarrista tuvo que “garronearle” una púa a los presentes para poder empezar con el show.

Inconvenientes aparte, los muchachos dieron rienda libre a su show y, honestamente, brindaron una grata sorpresa. Nadie hubiera imaginado –en el entorno en que se desarrolla comunmente este tipo de festivales- una banda con tanta presencia rockera sobre el escenario. Además, la banda (cuyo nombre fue tomado de una desaparecida escudería inglesa de Formula Uno que hoy perdura como marca de autos) mostró una interesante superposición de estilos al intercalar pasajes más rockeros con acordes y melodías que contaban con una importante dosis de punk-rock.

Sobre el escenario la imagen era un poco confusa. Con un baterista que parecía no cansarse jamás a pesar de darle a los parches con alma y vida, un guitarrista con una onda muy punk-rocker a la hora de solear y un cantante emulando el estilo de los Jane’s Addiction una imaginaría que la fórmula termina siendo exitosa. Sin embargo, más allá de la poca actitud del bajista sobre el escenario, las letras en inglés para un estilo que –se ha comprobado en incontables ocasiones- es más que adaptable para cantar en castellano, sumados a los numerosos momentos en que la banda le dio la espalda a la audiencia para terminar tocando “entre ellos”, dejaron una sensación bastante heterogénea ya que si bien no defraudaron musicalmente, el show podría haber sido más completo.

Si bien Lotus había dejado un “olor a rock” en la atmósfera, la propuesta que ofreció The Tandooris poco tuvo que ver con eso. Estáticos sobre el escenario y con la guitarra ecualizada casi tan aguda como la voz del cantante, la onda retro (musicalmente hablando) se apoderó del escenario. Por consiguiente, los temas se fueron sucediendo uno a uno como si se tratara de una misma obra partida en pedazos de dos o tres minutos, en la cual no existe una diferencia realmente notoria entre los diferentes temas (todos ellos, demás está decirlo, con un sabor a banda de rock de la década del ’50 o ’60). Como fiel reflejo de la monotonía de sus composiciones, los músicos permanecían “atornillados” a sus lugares sobre el escenario, al igual que el público (algo más numeroso a esa altura de la noche) que los observaba desde abajo.

Entre pequeños árboles de navidad que habían sido “sembrados” sobre el escenario, y con la presencia de un muñeco en miniatura del dinosaurio Barney, Los Peyotes abordaron el escenario con su particular atuendo: zapatos de vestir, pantalones rojos, remera negra, chaleco de leopardo y gorro de Papá Noel. “En Lima es Navidad” dijo el cantante y así dio arranque al show, tan bizarro como la vestimenta de los músicos.

Resulta difícil describir el estilo de música de Los Peyotes, ya que podría definirse como una especie de “garage-rock” psicodélico, las etiquetas en este tipo de música suelen referirse más al estilo que a música propiamente dicha, razón por la que el abanico de “indie” suele ser capaz de albergar bandas prácticamente de polos opuestos (como el caso de las dos anteriores). La estructura de las canciones es prácticamente impredecible pero al mismo tiempo, no varía de los estándares del estilo sino que aprovecha para jugar con el tempo y subir o bajar el clima de adrenalina que viven quienes se sacuden frente al escenario (o en algunos casos, también arriba de el).

La noche pasó por estadíos tan diversos como los estilos de cada banda. Desde el electrizante ritmo de Los Peyotes, hasta la tímida propuesta de Tandooris y el punk-rock más “convencional” (por denominarlo de alguna manera) de la gente de Lotus. A si mismo, el público acompañó como fiel reflejo de lo que ocurría sobre las tablas (principalmente durante la actuación de Peyotes y Tandooris) y mostró estar abierto a diferentes expresiones musicales. Sin embargo, los aplausos fueron para Los Peyotes, lo que no quiere decir que sea un numero obligado para presenciar en vivo. Parafraseando el cierre de un popular programa de radio: “Un show más, un show menos…”
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