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New Order

Ceremonia Rave

Cronista: Juani Lo Re | Fotos: Cynthia Ascani

23 de Noviembre, 2018

Ceremonia Rave

A un mes de la visita de Peter Hook, New Order trajo todo su cancionero inoxidable al Estadio Obras. Fue un show que mezcló pop y electrónica en su medida justa, en el que también tocaron canciones de Joy Division.

Hace unas pocas semanas Peter Hook declaró, no sin una pizca de sarcasmo y resentimiento, que el quinteto de Manchester seguía atentamente su gira a través del mapa. Y así es que al poco tiempo del show del bajista en Vorterix, New Order brindó una ceremonia bailable de dos horas en el Estadio Obras.

A las 21:30 horas se apagaron las luces y una intro en blanco y negro de “Das Rheingold” de Wagner acompañada con imágenes ad hoc en la pantalla fue el preludio antes del despliegue de una paleta de colores con los primeros acordes de “Singularity”.

63 años parecen no pesarle nada a un Bernard Sumner que se adueñó del escenario desde el minuto cero. Sin Hook pero con la presencia de Tom Chapman en el bajo, “Disorder” fue el primer homenaje a Joy Division. La tecladista Gillian Gilbert (se llevó su ovación personal) fue la conductora melódica en canciones como “Academic”, y el guitarrista Phil Cunningham abandonó las seis cuerdas para golpear duramente un pad para generar un beat electrónico en “Your silent face”.

“Crystal”, aquel hit dosmiloso que puso a New Order a sonar nuevamente en las radios, fue la amalgama perfecta entre el juego de luces, sonido y visión. Desde ahí, Sumner se descolgó la guitarra y en su rol de anfitrión invitó a bailar a todo Obras. La festejadísima “Bizarre love triangle” convirtió la cancha de básquet en una rave donde rock, pop y tecno convergieron armoniosamente.

El tándem final fue tan furioso como irresistible: “True faith”, “Blue Monday” y “Temptation”, no hicieron más que subir la temperatura de un predio devenido en discoteca. La leyenda“Joy Division Forever” fue todo lo que se leyó en la pantalla antes de los bises anunciando lo que se venía. El post-punk se haría presente con tres canciones de la banda que Ian Curtis lideró a fines de los setentas.

“Atmosphere” tuvo al inoxidable baterista Stephen Morris golpeando con su pulso oscuro mientras unas luces violetas iluminaban la cara del fallecido cantante que figuraba en las las pantallas de led.

El final con una versión de “Love will never tear us apart” más cruda y rockera que la que hizo Hook hace un mes en Vorterix, satisfizo a las 3 mil personas presentes dejando la mejor imagen que New Order haya mostrado en Argentina.

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