Babasonicos
Templo eléctrico
07 de Abril, 2018
¡Trae a casa mi Rock ‘N Roll! Trece años después, Babasónicos volvió a Obras, con un doblete a lleno total, para repasar su discografía.
El fin de semana había llegado a Buenos Aires cargado de chubascos y humedad. Aunque eso no opacó para nada los dos shows de Babasónicos en el Templo del Rock, después de trece años y en su retorno al formato eléctrico. Tal es así que las entradas para ambas fechas se agotaron, y ya desde temprano en las inmediaciones del estadio, se escuchaba a algunos fanáticos rogando que apareciera una reventa salvadora.
La gente entraba en masa y, con el correr de los minutos, Obras comenzaba a llenarse pero también a generar ese calor tan típico (y rockero) que lo caracteriza. Los stands que se encontraban en distintos sectores del estadio se llenaban de gente comprando remeras o la versión en muñeco de cada uno de los integrantes de la banda (mención especial al muñeco gigante del vocalista Adrián Dárgelos, que con su metro ochenta, fue la gran atracción en la previa del show).
Pasados curenta minutos de las 21, las luces de Obras se apagaron y sobre la pantalla, el edificio Crown Hall (diseñado por el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe y sede de la Universidad de Arquitectura de Illinois, Chicago) sirvió de fondo de las primeras canciones del set sónico que comenzó con “Tormento”, de A Propósito (2011), “Suturno” e “Y qué”, de Infame (2003). Para éstas dos últimas, los juegos de luces azules se complementaban bien con la sexualidad latente que tienen las letras de estas canciones. Algo similar sucedió más adelante, cuando al interpretar el doblete “Los Calientes” y “Fizz” -ambas de Jessico (2001)- se utilizaron luces rojas para generar el mismo efecto.
“Nos estamos superando”, decía un arrogante Dárgelos, barbudo y de chaleco, antes de interpretar “Desfachatados” y una versión muy power de “Pendejo”, que desató los saltos de varios presentes. La simpática “El ídolo”, con unos coros del siempre amigo Carca, y “Flora y Fauno” hicieron que el cantante despliegue toda su personalidad (y su buen estado físico) sobre el escenario, yendo de un lado a otro y hasta interactuando con las populares de costado, que tiene el estadio de Avenida del Libertador.
El momento más duro y salvaje del recital llegó cuando sonaron los primeros acordes de “Estoy rabioso”, editada en Mucho (2008), con un autódromo de fondo. La versión no sólo voló pelucas por la distorsión de la guitarra, sino que además generó un ambiente muy enérgico entre los músicos. La cruda “Once” sirvió de antesala a uno de los puntos más excéntricos de la noche: “Calmática”. La versión fue un poco más tranquila que la original que se encuentra en Dopádromo (1996) pero es una de las que mejor define la historia sonora de la banda, ya que el tema pasa por un montón de estados y géneros, en tan sólo (casi) cinco minutos. Para darle un cierre al set distorsionado, sonó “Fiesta Popular”, que con imágenes de protestas y manifestaciones, logró despertar en la gente el famoso cántico popular en contra del gobierno nacional.
El dúo en voces entre el guitarrista Mariano Domínguez y el multinstrumentista Diego Uma interpretaron la melosa “Curtis”, para que Dárgelos descansara un poco la voz. Enseguida, la electrónica avasalló sobre el Templo del Rock, y “Monga Nunca” (canción editada bajo el nombre de BBS, el proyecto electrónico de la banda) trajo un lado B impensado. Y para seguir en sintonía de baile frenético, la súper coreada “Microdancing” sonó desde el escenario, acompañada de la coreografía de los hermanos Rodríguez.
“Supongamos que son mi pueblo y los voy a liberar… ¡Sumemos a todos los freaks que quedan!”, dijo Dárgelos, en un tono de profeta alternativo, antes de interpretar “La Lanza”. El rescatado “Fans de Scorpions” (hacía trece años que lo habían tocado por última vez, casualmente en el último Obras) y “Putita” fueron los últimos dos temas de Infame que interpretaron, el álbum que más repasaron. Para el final de la primera parte, el tridente “Carismático”, “Yegua” y “El Colmo”, del disco Anoche (2005), le dieron un cierre muy hitero.
Luego de un impasse de cinco minutos, el punteo de la guitarra avisaba que “Confundismo” era la elegida para abrir el bis. El clásico “Patinador sagrado” sonó para mimar un poco a los fans más viejos, y la violencia de “Así se habla”, le dio un cierre potente a una lista que repasó casi toda su discografía. Sólo quedaba tiempo para saludar al público, ver como se despedían y el “Babasónicos” en la pantalla del fondo, quedaba prendido para mostrar que habían conquistado el templo, una vez más.
Aunque muchos esperaban algún tema nuevo, en la semana ya habían avisado en distintos medios que preferían no hacerlo y dejarlo para más adelante. Lo cierto es que la presentación sónica fue un repaso a su discografía y, si bien tuvo algunos momentos de sus primeros años, la atención recaló en sus discos más exitosos, editados en este siglo XXI. Para agosto, vuelven a Obras, con fechas a confirmar pero presentando su nueva placa, que sale a mitad de año. Lo que sí, este doblete de shows agotados les demostró que a la gente le gusta verlos rockear y, sobre todo, disfrutar esas puestas de escena que tienen sus conciertos, que guiadas por la visión del arquitecto Sergio Lacroix, hacen que un simple recital de Rock, sea más bien un espectáculo.
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