Cielo Razzo: todo tema es político

Luego de especulaciones varias, a fines de 2017 la noticia se confirmó: diez años después, Cielo Razzo volvería por segunda vez al Luna Park. El marco no podía ser mejor: con Tierra nueva (2015) como punta de lanza, el grupo encontró un equilibrio necesario entre el rock de guitarras y la balada radial. No obstante, el desembarco en el venue de la calle Bouchard no es necesariamente gracias a este último trabajo, sino que en gran medida es producto de un laburo sostenido a lo largo del tiempo, que tuvo ajeno a sus vaivenes.

Por eso el arranque, enfocado en en el presente y en repasar el pasado (“Tus pasos”, “Luminoso”, “Carne 2”, “Te vas”, “Disfraz”, “Caminando” y “Barek”), que dieron pie a las primeras palabras de un emocionado Pablo Pino, donde aclaró que esto (tocar en el Luna) no era algo de todos días. Por eso las caras, las sonrisas y los abrazos.

Si la de 2008 fue una presentación accidentada y (en parte) subestimada, la de ahora estuvo a la altura de las circunstancias, con un sonido y una puesta en escena acorde, y con un conjunto de músicos (prácticamente lo mismos que aquella vez, a excepción del percusionista Carlo Seminara, que ya no forma parte del proyecto) que sacaron chapa de su experiencia. No en vano celebran 25 años de trayectoria.

Otra cuestión que cambió fue el contexto. Una década atrás, con la irrupción de Grietas (término que se reconvertiría en la sociedad argentina), los rosarinos llegarían al Luna con un panorama sociopolítico diferente al actual. Hoy, luego de un giro hacia la derecha, la región vive otro presente, que no le es ajeno a la banda y a su cantante, que expresó su preocupación por lo que está ocurriendo en el país y en los alrededores (“Libertad a Lula”, grito antes de hacer “Madre Poder”).

Sin mayores sobresaltos en la lista, no hubo inéditos ni versiones, sólo un tema nuevo, “Desarmar (cinco locos)”, que hicieron entre todos los integrantes y que resume el espíritu de esta etapa de Cielo Razzo, donde el “nosotros” es más importante que el “yo”. O como resumió Pino: “No somos una isla, siempre necesitamos de alguien al lado”.