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Acusticazo

Espíritu de fogón

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Alan Guex

09 de Junio, 2017

Espíritu de fogón

Con la presencia de figuras como Litto Nebbia y León Gieco, se realizó una versión 2017 del mítico recital. Un encuentro que sirvió como preludio de lo que será el BA Rock en el mes de octubre.

                                                                                                                      Txt. Lucía Poppa

Nunca hay que subestimar el poder de un hombre sólo con su guitarra. Y menos si hablamos de Litto Nebbia, quien estaba sentado ahí, en el medio del escenario del Gran Rex, sobre un fondo carmesí; con su voz, sus gafas oscuras, su camisa holgada y una energía inigualable. Arrancó la noche con un puñado de temas como “Canción del Horizonte”, “Vals de mi hogar” y “Coplas del musiquero”.

Nebbia se mostraba emocionado ante la gente que no paraba de interrumpirlo entre tema y tema, y verso y verso, con sus aplausos. Y claro, tenían enfrente a un monstruo del rock: el pionero, el mismo que en 1972 participó del primer -y único- Acusticazo hasta la fecha, en la que esta nueva edición anticipa lo que será el B.A. Rock a fines de año. Se despidió con “Vamos Negro”, acompañado de Lito Vitale en el bombo y resultaba imposible no imaginarlo 45 años atrás sobre el escenario con la misma poesía intachable y demoledora.

La noche siguió con homenajes. Es que además de servir como preámbulo a uno de los festivales más memorables que tiene nuestro país, esta edición del Acusticazo sirvió también para presentar oficialmente “el Salón de la Fama del Rock Nacional” y celebrar los 50 años de historia que tanto nos pertenecen. En este acto, el padre del B.A. Rock, Daniel Ripoll, fue el encargado de anunciar a Nebbia como el primer artista elegido para ser ingresado a la institución y se le hizo entrega de una estatuilla de barro para distinguirlo y dar inicio a una tradición.

Inmediatamente después de esta entrega y de las escuetas palabras que emitió Litto –quien admitió ser vergonzoso para estas cosas-, subió el artista Carlos Daniel -quien actuara en el Acusticazo 72- para seguir con los homenajes. Daniel fue el encargado de rendirle culto a Luis Alberto Spinetta con un tema de su autoría dedicado al músico argentino.

“¿Y qué sería del rock sin electricidad, no?”, dijo Nekro y eso fue lo que sucedió. El ex Fun People, con una guitarra y bien al borde del escenario “se coló” según él mismo, para interpretar temas como “Otro Mundo” y “Gurisito”. El sonido falló, pero con toda la actitud, el músico decidió desafiar el momento quizás algo incómodo, y hacer de este episodio uno de los momentos más  coloridos de la noche. Con su guitarra en mano y sin micrófono, el músico atinó a bajar del escenario y comenzó a cantar entre el público, paseándose por los pasillos, acompañado de aplausos y toda la buena energía de los presentes.

El momento de los solistas se acabó cuando aparecieron los chicos de Salta la Banca, quienes ocuparon todo el escenario a lo largo y a lo ancho. Con un formato ya menos acústico, vestidos de punta en blanco interpretaron temas como “Brújula”, “Unos versos”, “Quién dice” y “Seremos”. También dedicaron el tema “Él” a Luciano Arrugay a todos los chicos desaparecidos, víctimas del gatillo fácil”, según pronunció el líder Santiago Aysine.

Luego, llegó el turno de León Gieco, quien fue recibido por todos los presentes con un “olé, olé, Gieco Gieco”. Y sí, con su presencia bastaba, porque no había persona presente, más allá de la edad y generación, que no conociera los temas del gran León. El cantante hizo un recorrido por sus temas viejos, según él, acordado con Nebbia. Pasó así por “Hombres de Hierro”, “La historia esta” y “Tema de los Mosquitos”, generando un momento imposible para no emocionarse.

Es que al igual que con Litto, resultó difícil no imaginarlo cantando en las épocas en las que mucho no se podía decir. Esos versos y estrofas cargados de historia y que, ineludiblemente, destellan parte de nuestra identidad. Más tarde, llegó el turno de “El fantasma de Canterville”, en donde León recordó al mítico Charly García. Y así fueron desfilando los invitados. Con Nito Mestre cantaron “La Colina de la Vida”; luego, subió Raúl Porchetto para entonar “Bajaste del Norte”; después, se sumaron David Lebón y Edelmiro Molinari para “La rata Lali” y, por último, con Nebbia, Miguel Krochik y Eugenio Pérez sobre el escenario sonó la agradable melodía de “Algo de Paz”.

La noche no terminaba, porque aún faltaba la presentación de Catupecu Machu. Primero, apareció Fer Ruiz Díaz para hacer la versión de “Mañana en el Abasto” de Sumo. Solo con su guitarra y su voz, la prosa del gran Luca Prodan resonaba con eco en las paredes del teatro. Tiempo más tarde, se sumaron sus compañeros de ruta -Sebastián Cáceres, Macabre y Agustín Rocino-, como bien los definió el cantante. En un formato electro acústico, interpretaron “Viaje del Miedo”, “La piel del camino” y “Plan B: anhelo de satisfacción”, dedicado a Gabriel Ruiz Díaz.

Ya sobre el cierre, llegó el momento en que Fer no aguantó más, y fiel a su personalidad, ni bien comenzaron los acordes de “Magia Veneno” (en una versión más cercana a la canción original), el cantante ya estaba en el borde del escenario arengando al público que abandonó sus asientos para entonar los versos del tema. Luego siguió “Y lo que quiero…” y Ruiz Díaz recordó los inicios de la banda y cómo fue que Nebbia les dio una mano para grabar su primer demo. Fue allí que anunció el final de la velada e invitó a subir al escenario a León Gieco y Litto, quienes, sólos los dos, entonaron las estrofas de “El rey lloró”.

Sin embargo, aún faltaba lo mejor: para cerrar eligieron “La Balsa”, tema emblema y puntapié de nuestro querido rock. Para ese momento, se sumaron David Lebón, Edelmiro Molinari, los Catupecu, Litto Nebbia, Nito Mestre, Porchetto y Soulé y así, apretados, como en una fiesta de amigos, se despidieron todos juntos entonando estos versos.

Al final de la noche ya no había uno solo arriba del escenario, porque si hay algo que puede lograr el rock nacional es esto: unir a todos en una gran comunión. De eso se trató esta nueva versión del Acusticazo: una reunión de amigos de todos los tiempos, una banda eterna que resonará en todas las generaciones y que es bien nuestra.

 

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