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Guns N‘ Roses

Viviendo con mi ex

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Gentileza: Prensa

04 de Noviembre, 2016

Viviendo con mi ex

Luego de 23 años de aquel histórico último concierto de la banda con la dupla Axl/Slash a la cabeza, los norteamericanos se presentaron nuevamente en el estadio Monumental en el marco de su gira “Not in this lifetime”.

Txt. Anabella Reggiani 

 Ph. Katarina Benzova      

No hay dudas de que Guns N´Roses supo ser una de las mejores bandas en la historia del rock. Marcaron un camino tan claro - y elocuente- en plena era del rock de estadios que supieron llenar los primeros años de los noventas con canciones que hoy suenan como clásicos en cualquier radio: desde baladas para Aspen hasta Hard Rock para Rock’N’Pop.

Dueños de hits cinco estrellas, supieron tener la oportunidad de coronarse eternamente o echarlo todo por la borda pero peleas, egos, algunas drogas, mucho alcohol y el Grunge, los dejaron ubicados en un lugar incómodo. En 1997, los músicos comenzaron a abandonar el barco y, poco tiempo después, llegaron los rumores de ruptura, los discos que nunca se lanzaban, los proyectos solistas (Slash´s Snakepit y Duff Mckagan‘s loaded), los proyectos grupales (Velvet Revolver) y esa versión Guns n´Roses modelo 2008, en donde Axl Rose ofició como dueño del circo, mantuvo como único sobreviviente a Dizzy Reed y cambió rotundamente la nómina del personal estable.

Pero la vida es así y, en una de sus ¿inesperadas? vueltas, un día de marzo, en la web oficial, apareció aquel viejo logo oficial de la banda, ese que usaron con el lanzamiento de Appetite for destruction. En menos de quince días, todos eran amigos nuevamente y había fechas de gira y conciertos sorpresa; Axl, Slash y Duff estaban paseándose juntos por la pasarela del rock. No había dudas que vendrían a la Argentina. Así lo hicieron, y a pesar de todos los temores, demostraron que el espíritu de aquella gran revelación de los ochenta aún se mantiene vivo.

En casi 3 horas de show, repasaron un repertorio indiscutible, y abrieron con “Its so Easy” y
“Mr. Brownstone”, ante un estadio completo de punta a punta. El desafío llegó con “Chinese Democracy”, en donde claramente se sentaron las bases de lo que sería el resto de la noche: Slash siendo absolutamente todo. El peludo de galera se apropió de una canción que nunca le perteneció y la transformó en algo único; por si eso fuera poco, minutos después con “Welcome to the Jungle” revolucionó a los presentes y se dedicó por el resto del show a demostrar porque es el dueño de la pelota y que la etiqueta de “Guitar Hero” le queda chica.

Los tracks “Coma”, “Civil war” -con cita a Hendrix incluida-, “November rain” y “Don´t cry”, dejaron en claro que, Slash, aún tiene mucho de su extraordinario talento para aportar. El tiempo se detuvo cuando interpretó su ya clásico “Speak softly love” de “El Padrino” y aprietó el acelerador en “Sweet child o’ mine”. Cada tanto, supo dejarle un poquito de escenario a su compañero Richard Fortus, el cual manejó correctamente la química con su general a cargo en el cover de Pink Floyd “Wish you were here” y en canciones como “Double talkin live” y “Knockin on heaven’s door”.

Hasta acá todo era magnífico, aunque nadie pudo olvidar de que Axl también vino. Aquí fue donde la angustia del paso del tiempo pesó más y, aunque el malo de la película fuera el que juró -hace 4 años atrás- que el regreso de los Guns “no sería en esta vida“ (“Not in this lifetime”), demostró que pudo estar a la altura de las circunstancias. Es cierto, poco quedó de aquel hiperquinético muchachito que corría eternamente sobre el escenario en sus diminutas calzas blancas pero, a pesar de todos los cambios sufridos, demostró que sigue siendo ese líder de rock que todo manual de estilo debiera referenciar.

Axl todavía corre, no tanto, y aún puede cantar, mucho y muy bien. “You could be mine”, “Used to love her” y “Better” fueron, son y serán canciones hechas a medida para él. En “Estranged” varios quisieron abrazarlo y perdonarle todo y, claramente, “Paradise City” fue ese himno que reclama sus cuerdas vocales. Si bien, hubo momentos que le costaron -como en “Rocket Queen”- contó con la suerte de tener como amigo a Duff McKagan -que, al igual que un buen whisky añejo que no defrauda-, siempre estuvo atento a los pormenores vocales que pudiera sufrir su compañero para ayudarlo.

Uno de los momentos más importantes de la noche llegó cuando, varios de los creían haberlo visto todo, observaron como el Tío Steven Adler (Si, ese al que echaron allá por 1990) se subió a la nave espacial de los tambores para compartir “Out Ta Get Me” y compartió un momento histórico con sus compañeros. Cuatro miembros originales de los Guns estuvieron sobre el escenario y, aunque, algunos trataron de arengar un “¿Izzy dónde está?”, el cántico se transformó en suspiro.

Pasaron 23 años de aquel histórico 17 de junio de 1993. 23 años de cambios y transformaciones, sin embargo, hubo algo que aún se mantuvo intacto: Guns N‘ Roses sigue siendo una de las mejores bandas del mundo y eso quedó claramente demostrado.

 

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