Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Las Pastillas del Abuelo

Los rufianes melancólicos

Cronista: Lucas González | Fotos: Nacho Boullosa

24 de Octubre, 2016

Los rufianes melancólicos

Con una batería de clásicos que se acoplaron a Paradojas, último trabajo del grupo, Piti y compañia se presentaron en un Luna Park agotado.

Para cuando la última canción finalizó, todo era euforia, que de a poco mutó en satisfacción y algarabía. Sin que nadie se percatara, sin reparo alguno, la medianoche aconteció. No importaba, no. No interesaba que el domingo le haya dado paso al nefasto y fatídico lunes. Tampoco. Lo único que importaba para los miles que se acercaron a un nuevo Luna Park de Las Pastillas del Abuelo fue repasar la extensa lista que hicieron, que transcurrió en aproximadamente dos horas, que incluyó 27 composiciones y que concluyó con “Otra vuelta de tuerca”.

En la previa, con el anuncio de un sold out, el emblemático estadio presentó un marco ideal: muchedumbre, globos y un fuerte aroma a excitación, sudor y hormonas. Si hay algo que caracteriza al público es la diversidad en la edad, propio de una banda que nació con el auge del Fotolog y que se asentó en esa nueva era, la de los millennials

Por parte de la banda, se podría decir que el arranque fue correcto. El inicio contó con “Absolutismo”, “Saber hacer”, ambas de Paradojas (2015), última placa. Mientras que el público respondió con desmesura, fervor y agite de banderas (no muchas, pero las había), en el escenario aún calentaban motores. De hecho, recién con el tercero de la lista, “Candombe de resaca”, se percibió a un “Piti” Fernández (voz) comprometido en la interpretación, terreno en el que se desenvuelve con soltura.

Vamos con un clásico”, soltó el cantante y sonó “Cerveza”, del disco Por Colectora (2005), que fue ampliamente celebrada y acompañada por los espectadores. Otra que contó con gran aceptación -y que tiene destino de himno- fue “Rompecabezas de amor”, canción que conjuga dos de los pilares del grupo: una melodía atrapante (en parte por la guitarra de “Bochi” Bozzalla), donde los vientos cobran una relevancia superlativa, y la lírica de Fernández, que coquetea con el lunfardo y el academicismo.  

Viene de una banda con un corazón enorme”, expresó el cantante, e invitó a Darío “Pantera” Giuliano, vocalista de De La Gran Piñata, para hacer el clásico “¿Dónde esconder tantas manos?”. Mientras que para “Locura y realidad”, otro emblema del grupo, contaron con la pirotécnica guitarra de Gaspar Benegas, de Las Manos de Fillippi Los Fundamentalista del Aire Acondicionado (banda que acompaña al Indio Solari).

Párrafo aparte se merece la participación de Alejandro Terán, al mando de un cuarteto de cuerdas. Junto a éste, la banda interpretó “Gigantes”, “Ella dice” y “Milagro Eslabón”. No obstante, cabe señalar que hubo tramos en los que el volumen de la banda opacó a Terán y compañía, pero en líneas generales, hay que rescatar la intención de sumar matices.  

A este último acierto, hay que sumarle la batería de hits que se acoplaron a los mencionados en diversos tramos: “Tantas escaleras”, “La creatividad”, “Inercia”, “Qué hago yo esperando un puto as?”, “Ojos de dragón”. Sobre la recta final, emocionado y visiblemente conmovido, Fernández reconoció: “Esto podría durar hasta las cinco de la mañana. ¡Gracias!”; la mejor definición para un nuevo paso de Las Pastillas del Abuelo por el Luna Park.  

 

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