Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Fito Paez

Treinta años no es nada

Cronista: Ive Brunello | Fotos: Anabella Reggiani

29 de Julio, 2016

Treinta años no es nada

Fito Páez se presentó en el Teatro Gran Rivadavia para seguir con los festejos por el trigésimo aniversario del disco Giros. 
 

En un teatro a oscuras, repleto y con una convocatoria de distintas generaciones, se distinguía una flaca silueta con rulos. Pasadas las nueve de la noche, esa silueta tomó el centro del escenario y, acompañado por un piano de cola, hizo sonar las primeras notas del viernes con “La casa desaparecida”, del álbum Abre (1999). A partir de ese momento, Rodolfo Páez Ávalos mejor conocido como Fito Páez comenzó a tocar de punta a punta el disco Giros, uno de sus trabajos que lo lanzó a la fama.

En la media hora siguiente sonaron los nueve temas del segundo álbum del rosarino, editado en 1985. El orden fue el original, arrancando con “Giros”, con Fito en el piano, seguido por “Taquicardia” tema más rockero y “Alguna vez voy a ser libre”. Luego sonó 11 y 6, por primera vez con el público como coro; pegado llegó “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, pero esta vez el coro estuvo en el escenario en la voz de Fabiana Cantilo. Con un potente sintetizador fue el turno de “Narciso y Quasimodo”, y completaron el recorrido “Cable a tierra”, “Decisiones apresuradas” y “D.L.G”, a dueto con Fabi.

Finalizado el repaso de Giros, llegaron dos temas más actuales: primero “Rock and roll revolution” del disco homónimo del 2014 y “Yo te amo”, tema que titula el álbum del 2013. "Están muy tranquilos…después se va a armar un quilombo bárbaro", auguró el cantautor antes de arrancar con “La rueda mágica” del disco El amor después del amor (1992), uno de los trabajos de estudio que le dio reconocimiento internacional. Seguido sonaron “Naturaleza sangre” y “Payaso” interpretado por Fabiana Cantilo, que cantó y bailó como en sus épocas de Mary Poppins y el deshollinador.

De traje gris, remera negra y lentes oscuros, Páez comandó a su banda como director de orquesta. Según el momento y el clima, se sentó al piano o recorrió el escenario con su guitarra eléctrica. Además, hizo participar al público, que cantó y acompañó con palmas en temas de diferentes épocas, como “Gente sin swing”, “Folis Verghet”, “Instant-táneas”, “Tumbas de la gloria” y “A las piedras de Belén”.

Uno de los puntos más altos del show llegó con “Al lado del camino”, a la que le siguió “Polaroid de locura ordinaria”, único tema que el rosarino tocó del su álbum Ey! (1988). Luego sonó “Ciudad de pobres corazones”, a puro rock y con la gente de pie. Más tarde, la oscuridad del teatro se vio interrumpida por las luces de los celulares que, por pedido del cantante, se prendieron en cada rincón para hacer “Brillante sobre el mic”. Ya en la parte final y con Fito de saco psicodélico, siguieron tres clásicos de los noventa: “A rodar mi vida”, “Mariposa tecknicolor” y, como despedida, “Y dale alegría a mi corazón”, con el público cantando a capella, de pie, y revoleando sus prendas de invierno.

Fito Páez brindó un show de más de dos horas para un público que en su mayoría fue testigo presencial de la exitosa carrera musical del rosarino. También dijeron presente jóvenes y chicos, que disfrutaron de un álbum emblemático y de clásicos de todas las épocas de un artista que sigue vigente.

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