El impulso para volar

Pasadas las 21:30, se corrió el telón. Atentos, los integrantes de Esencia Vudú arremetieron con la primera de la noche, “Más allá”, canción que además abre su segundo y reciente disco, Reflejos. Le siguieron “Stress”, que comandó el bajo furtivo de Christian Alliana, y la melancólica y hermosa “Tiempo atrás”, que contó con una de las tantas intervenciones de Juan Rosasco en guitarra.

“Queríamos que llegue este día”, afirmó, de manera escueta, el cantante Pablo Rivero. Y así, sin decirlo, marcó el pulso de la noche en The Roxy Live, puesto que en general fue poco el tiempo que el grupo utilizó para agradecer y demás yerbas protocolares. Las canciones, se presume, pujaron por ser interpretadas sin más rodeos.

La primera de Umbal, trabajo debut de la banda, fue “Cenizas”: en ésta, Rivero y el baterista Rafael Bianchi compartieron la parte vocal, lo que permitió que el frontman se despache con un incendiario solo de guitarra. “El azar domina nuestras vidas, no hay garantías”, admitió el vocalista y dio paso a “Así es la suerte”, pieza donde se lució el guitarrista Preii Ávalo.

Promediando la noche, se hizo presente La Orquesta del Alma (cuarteto de cuerdas) para llevar a cabo, según lo bautizó Rivero, “la sección en la que está permitido llorar”. Fue así que el cantante pasó a ocupar también el rol de tecladista (símil Calamaro) y, en compañía sólo de los invitados, interpretó la emotiva “Ilusiones”.

“Esto es lo que vine a escuchar”, espetó un eufórico espectador cuando sonó “Insomnio”, un clásico rockito del grupo. Para el cierre, Esencia se guardó lo mejor: “Si pudiera hablar con Dios”, “No sirve odiar” y “Enciende la mecha”, la que provocó, con su tono blusero, más de una pareja de baile.

Si en la previa había dudas, no se notaron arriba del escenario y cualquier tipo de resquemor quedó tras bambalinas. El paso del tiempo, los conciertos y las horas de ensayo le han dado oficio a una banda que, evidentemente, muestra en Reflejos su etapa más madura.