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Lollapalooza

Mujeres al poder

Cronista: Juani Lo Re | Fotos: Jorx Martinez

19 de Marzo, 2016

Mujeres al poder

En el Día 2 del festival, Mumford and Sons y Florence + the Machine debutaron en Buenos Aires con dos shows para el recuerdo.

En la tercera edición del Lollapalooza Argentina, más de 100 mil personas se acercaron al Hipódromo de San Isidro durante el viernes y el sábado. Lo mejor de este festival es que no deja de sonar música en ningún momento. Con cuatro escenarios repartidos en todo el predio, se escucha rock, blues, pop, funk, reggae y tecno a piacere del concurrente, como si se tratara de un iTunes o Spotify en vivo. En su segunda jornada, la sinergia entre las bandas y los fans fue un punto más que positivo durante todo el día.

El sonido de los escenarios principales fue superlativo. Con gran puntualidad, cuando terminaba un show en uno, de inmediato arrancaba el siguiente a sólo unos metros de distancia. Por el contrario, el escenario Alternativo y el Perry’s a veces se superponían y tenían que lidiar con varias falencias sonoras.

El público merece un párrafo aparte: fue caluroso pero respetuoso, exigente pero agradecido, nunca quiso ser protagonista y entendió que lo importante es lo que pasa arriba del escenario. Así debería ser siempre.
Pero vamos a contar lo que pasó en el Día 2 del Lollapalooza, el sábado por la noche:

NAC & ROCK

Los artistas nacionales tuvieron mucho peso en la segunda fecha del Lollapalooza 2016. Mientras Eruca Sativa y Carajo gozan de un inmejorable presente como dos de las bandas más rockeras del país por estos tiempos, a Babasónicos le tocó compartir horario con Mumford and Sons, uno de los platos fuertes de la noche.

El que sorprendió fue Leo García con su show tecno-acústico en el Perry’s Stage. Ofició de DJ los primeros quince minutos de su set, luego se colgó la guitarra criolla para hacer un repaso de su discografía y varios clásicos del rock nacional, pasando de Soda Stereo a Sui Generis.

FANTASMAS PELEÁNDOLE AL VIENTO

A Vintage Trouble le tocó el clima más agradable para tocar. La banda de California abrió el Main 1 y fue una grata sorpresa para los que llegaron temprano. Con su estilo de rock & blues reivindicó la música de las décadas de los 50 y 60. Directamente salido de la escuela de James Brown, si su cantante Ty Tylor perfeccionara sus pasos de baile estaríamos hablando de uno de los mejores frontman de la actualidad, porque carisma le sobra.

El viento soplaba fuerte en el Hipódromo de San Isidro y la gente se empezaba a abrigar cuando arrancó el show de Ghost. Los fantasmas del heavy metal, con su reciente Grammy bajo el brazo, ofrecieron una misa siniestra de una hora donde no faltaron canciones como “Cirice” y “Monstrance Clock”. Su misterioso líder al frente de los Nameless Ghouls, Papa Emeritus III, no dudó al expresar su particular amor por el público local: “Si pudiese, me los cogería a todos”.

En el mismo escenario, el Main 1, Brandon Flowers presentó las canciones de su segundo solista The Desired Effect (2015). A pesar de que cantó “Human”, “Read My Mind” y “Mr. Brightside” de The Killers, a su banda paralela le faltó ese plus que se necesita para hacer un show memorable. Flowers entró por la ventana al line-up tras la baja de Snoop Dogg y compartió la franja horaria con Bad Religion, quienes en el escenario Alternativo entregaron su punk californiano por enésima vez en estas tierras.

PASADO Y PRESENTE

Muchos grupos y solistas que se presentaron el sábado vinieron con un nuevo disco bajo el brazo, como Noel Gallagher’s High Flying Birds con Chasing Yesterday (2015) y Mumford and Sons con su reciente Wilder Mind (2015).

El ex Oasis hizo su segunda performance luego de su show del miércoles en el Luna Park. Decir que Noel es un copado sería faltar a la verdad: su encanto siempre estuvo en esa actitud reacia que mantiene con sus seguidores, aunque sorprendió al decir que “el público argentino es el mejor”. “Riverman” y “The Mexican” se desprenden del nuevo trabajo, y la banda suena como si pudiese tocar en un garaje o un estadio de fútbol con la misma energía.

Irónicamente, les dedicó “You know we can’t go back” a los fans de Oasis, y de su ex banda cantó “Champagne Supernova” y “Half the World Away” con las pantallas de led en color sepia. No es casualidad: Noel disfruta su presente pero no reniega del pasado. Incluso se animó a seguirle el juego a los que cantaban “Live Forever”. 
 
Su set de hora y cuarto terminó con su propia versión intimista de “Wonderwall” y con “Don’t look Back in Anger” tocada como la original de (What’s the story) morning glory? (1995) pero enteramente cantada por todos los presentes, transformando el Main 2 en un karaoke gigante.

A algunos pasos de allí, en el Main 1, la expectativa por el debut de Mumford and Sons en Buenos Aires era muy grande y el cuarteto inglés no decepcionó ni un poco y logró crear un ambiente íntimo ante casi 40 mil personas.
 
Durante casi una hora y media fueron intercalando sus canciones de folk-rock como “Babel” y “I Will Wait” con los nuevos temas, donde enchufaban las guitarras eléctricas. El líder Marcus pone toda su energía con la guitarra acústica y abusa un poco del bombo en negra, se descontrola y destruye su batería en “Dust Bowl Dance” y se mimetiza entre la muchedumbre en “Ditmas”, el punto más alto de la noche.

Con la promesa de volver varias veces más, los hijos de Mumford se retiraron del escenario con la sensación de un merecido triunfo.


GIRL POWER

Muchas bandas con mujeres a la cabeza desplegaron todo su poder escénico en la segunda fecha: Die Atwoord se lució en el Perry’s Stage, Alabama Shakes la rompió con su southern rock en el Main 2, y Marina and The Diamonds convocó mucha gente en el Alternativo a la misma hora que Noel Gallager.
A las 22 le tocó el turno a Florence + the Machine, que cerró el Main 2.
 
Las canciones de su nuevo disco How Big, How Blue, How Beautiful (2015) sumados a sus clásicos de Lungs (2009) y Ceremonials (2011) la posicionaron entre los headliners de los festivales más importantes, al punto de reemplazar a Foo Fighters en el Glastonbury 2015.
 
Las luces se encendieron de a poco y ella apareció descalza con un vestido salmón y la premonitoria “What the water gave me” abrió el recital anunciando la llovizna que después cubriría gran parte del show.
Su caudal de voz es su arma predilecta, que atraviesa como un puñal al alma oyente en canciones como “Shake it Out” o “Spectrum”. Revoleó la bandera argentina en “Dogs days Are Over” y completó su set con “Drumming Song”.

Encantadora, introspectiva, sensual hasta que explota, así es Florence Welch. La pelirroja corre como una ninfa del bosque, grita, salta, gira sobre sí misma y hasta se cuelga del mangrullo, pero nunca pierde su aura angelical. En una hora y media, demostró cómo debe ser un verdadero artista: su poderosa voz sonó igual (o mejor) en vivo que los discos de estudio.

Por tercera vez el Lollapalooza pasó por la Argentina. Quizás sin tantos artistas de renombre como en ediciones anteriores, pero con una variedad de sonidos muy amplia y headliners que estuvieron a la altura de las circunstancias.
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