Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Steven Wilson

El rey del prog

Cronista: Fernando Canales | Fotos: Diego Carnevale

22 de Marzo, 2016

 El rey del prog

El músico y productor británico volvió al país para presentar su nueva mini placa “4 ½” con un intenso y brillante show de más de tres horas.

Durante mucho tiempo el Rock Progresivo fue bastardeado y maltratado por aquellas personas que lo señalaban con el dedo y definían a los consumidores del género como snobs; y también por "los tres acordes no académicos" del Punk, que lo tildaban de “no tocar con sentimiento”. A pesar de todo, la actualidad muestra otra cara y la cuarta visita de Steven Wilson se encargó de dejar, al menos, dos verdades: 1) El Rock Progresivo sigue vivo; 2) Tiene nuevo Rey.

La mezcla de art rock, jazz fusión, psicodelia, ambient, folk y electrónica, todo bajo la capa protectora del rock progresivo de los 70, hizo que Steven Wilson, después de su salida indefinida de Porcupine Tree, lograra una música refrescante, compleja, actual y desgarradoramente hermosa ;bajada a tierra en discos como The Raven That Refused to Sing (And Other Stories) (2013), que se cansó de juntar cinco estrellitas en las reviews de los especialistas.

A las 21:00, Wilson se paró ante su público con su look nerdy y descalzo como siempre, advirtió: “Esta va a ser una fantástica y larga noche con música miserable, música miserable que los va a hacer felices. Cuando de chico escuchaba The Cure y Joy Division me alegraba, pero cuando escuchaba música feliz, me deprimía”, dijo sintetizando lo que sentirían sus fans durante tres horas. 

Con su guitarra en mano dio comienzo al primer set de la noche que se basó en el repaso completo del álbum conceptual Hand. Cannot. Erase. (2015), que narra la historia de Joyce Carol Vincent, una mujer que permaneció muerta en su departamento durante tres años sin que nadie se enterara. Con los gestos ampulosos de sus manos, SW lideró “First Regret, “3 years older” y “Hand. Cannot. Erase.” acompañado por un grupo de músicos superstars: Nick Beggs en bajo y Stick, Adam Holzman en teclados, Dave Kilminster en guitarra (tocó en la gira de The Wall con Roger Waters) y Craig Blundell en batería.

El sonido ocupó un lugar vital en el show, convirtiéndose en el eje central del mismo. Los parlantes extra ubicados en el fondo de Groove, generaron un efecto surround que hizo que la gente se diera vuelta varias veces para ver de dónde salía ese coro, esa guitarra, ese sonido, o la voz lanzada de consola de Ninet Tayeb, quien colaboró en algunos tracks. Todo esto acompañado por las audiovisuales grabadas en HD disparadas en las pantallas que acompañaban la historia: una explosión sensorial versión 5.0.

La música del británico tiene el contraste de ese abrazo entre la fuerte ira y la melancolía silenciosa en temas como “Routine”, “Home Invasion/ Regret #9" –con los increíbles solos de guitarra y de teclado-, o la acústica “Happy Returns”. A pesar de esto, el cantante estaba de muy buen humor y charlatán e hizo bromas sobre sus músicos, Estados Unidos y Slayer.

El segundo set se vio marcado por los cinco temas de Porcupine Tree, grupo que sigue en un hiato, y que calaron hondo en la nostalgia de los presentes,“Open Car”, “Don’t Hate Me”, “Sleep Together” y “The Sound of Muzak”, se encargaron de eso. El quinto fue “Lazarus”, que sirvió como primer homenaje al fallecido David Bowie -un guiño del destino hizo que Bowie lanzara una canción con el mismo nombre en su última placa-. El tributo al hombre que marcó a SW “por nunca mirar atrás con su música”, se cerró con el cover de “Space Oddity”. 

Para redondear la oscuridad más progresiva también sonaron “Drag Ropes” de Storm Corrosion –grupo formado por SW y Mikael Åkerfeldt (Opeth)- e “Index”, con los chasquidos y la sombría intro a capela. El epílogo se encargó de dar otro golpe audio visual: En “Vermillioncore” (de 4 ½) se desplegó un telón transparente que sirvió de base para más proyecciones logrando un efecto 3D; seguido por la exposición del tenebroso video animado de “The Raven That Refused to Sing", según el propio SW, el mejor tema que escribió en su vida.

Después de cuatros discos y medio como solista y un concierto extraordinario, podemos decir que el legado de Frank Zappa, Genesis, Yes y Rush está a salvo. Un nuevo reinado ha empezado.

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