Otra vez bajo las luces

Afuera hacía frío y en cualquier momento se largaba a llover, pero cuando hay una fiesta como la de La Vela Puerca en la mente de cada uno, el cielo está dispuesto a escampar. Adentro, el Luna se iba llenando de a poco y el calor se notaba cada vez más. Los encargados de abrir la velada fueron Eté & Los Problems, una banda que ya tiene diez años y que viene consolidándose en la escena uruguaya.  

El escenario se podía ver como una gran biblioteca en la que tal vez vivan los personajes de Érase..., un disco bastante distinto a los anteriores, ya que se presentan historias en primera persona que conforman una especie de libro. La particularidad también se encuentra en sus letras, compuestas con una pluma un poco más delicada, detallista y con tintes de un cálido abrazo. El show, al igual que el álbum, estuvo dividido por los interludios "Chamán", "Araucaria", "El Agua" y "Epílogo". De todas formas, eso no significa que el espíritu de la banda se haya perdido, sino todo lo contario. 

La banda liderada por los Sebastianes Teysera y Cebreiro, abrió el primer capítulo con "La Calle Adicción" y "Soldado de plomo". Con "Sobre la sien" y "De Atar", dieron el puntapié para el repaso por los trabajos anteriores. "Muy buenas noches gurises", saludó Teysera y fue lo primero que dijo luego de una presentación con cuatro temas al hilo que dejó a más de uno con la cabeza volada y las zapatillas fuera de lugar, cuando apenas había arrancado todo.  

El clima se iba acomodando cada vez más y la buena energía era recíproca. "Mi Semilla" y "Vuelan Palos" siempre funcionan como una máquina del tiempo que los remonta hasta esos comienzos en los que no les sobraba nada, pero donde ya asomaban la calidad y el sello distintivo que los acompaña hasta la actualidad. 

El final, como no podía ser de otra manera, fue explosivo. "Zafar" y "El Viejo", le abrieron paso a "Llenos de magia" que tuvo como invitados a Gabriel Peluffo de Buitres y a Fernando Ruíz Díaz de Catupecu Machu, quien con su sobretodo y su bufanda de recién aterrizado, dejó bien al palo a todos los presentes. Así concluyó un recital que fue un subibaja de emociones, con un público siempre dispuesto a que todo sea una verdadera fiesta y con músicos felices y agradecidos, una fórmula que se viene repitiendo hace muchos años. 

La Vela Puerca ya se acerca a los veinte años en la música y en todo este tiempo, no pararon de crecer, de dar alegrías ni de trabajar con verdadera pasión. Cuando se los ve arriba del escenario, jugando y riendo cómplices, se nota claramente, a diferencia de muchas bandas con grandes trayectorias, que no hay egos sino que la amistad es predominante. Un buen augurio para que la historia siga escribiéndose por muchos años más.