Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Kamelot

El gran pandemonium

Cronista: Fernando Canales | Fotos: Alan Guex

04 de Febrero, 2014

El gran pandemonium

El grupo estadounidense de Metal Sinfónico llegó a la Argentina por segunda vez, entregó un contundente show, y confirmó que la elección de Tommy Karevik como nuevo cantante fue la correcta. Crónica y fotos.

Pasaron casi tres años, y todavía sigue siendo raro mirar la formación de Kamelot y no ver a Roy Kahn al frente del micrófono. Desde aquellos primeros síntomas (ansiedad, depresión y posterior burnout) que debilitaron su salud y determinaron su salida definitiva, varios cantantes fueron ocupando su lugar: Michael Eriksen de Circus MaximusFabio Lione de Rhapsody of Fire –vino como soporte de Iron Maiden en Vélez– y finalmente Tommy Karevik de Seventh Wonder, una apuesta riesgosa, que terminó siendo un pleno perfecto. La similitud de la voz, su registro multifacético, su carisma y su entrega, hicieron que esta “Reencarnación” de Kamelot sea un éxito, volcado en el disco Silverthorn (2012), que los trae de gira por Latinoamérica.

Sean Tibbetts (bajo) es el primero en tomar el escenario, con su pelo trenzado al mejor estilo de los gemelos de Matrix, quien lanza un certero headbanging mientras suena “Torn”. Tommy Karevik lidera el clásico “Ghost Opera”, y dos temas le bastan para meterse a la gente en el bolsillo de su traje; como bienvenida recibe un cálido, “Olé, olé, olé, olé Tommy, Tommy”, una reacción extraña, como sino fuese “el nuevo”, y como si no le pesara ocupar los zapatos de Kahn. Emotivo.

Además de las guitarras de Thomas Youngblood y los teclados de Oliver Palotai, Kamelot tiene un arma secreta: La bella Alissa White-Gluzcorista invitada (y oficial) que vestida de blanco, antifaz y corset, deja atrás los gritos endemoniados de su banda de Metalcore (The Agonist), para aportar líneas melodicas y clásicas desde sus cuerdas vocales de Mezzosoprano, luciéndose en composiciones como “Veritas”.

El setlist seleccionado por los estadounidenses para este tour, se basa en los discos editados desde el 2001 hasta acá, dejando atrás los trabajos más viejos; pero al público de Kamelot parece no importarle y mantiene un nivel de conexión muy intenso durante todo el show. Por eso son muy festejados “Soul Society”, “Center of the Universe” y la balada “Song for Jolee”, el único respiro que dio la agrupación, que después se dedicó de lleno al power metal con su fórmula infalible: riffs progresivo, versos tranquilos, y estribillos volcánicos súper épicos.

Alissa vuelve al escenario vestida ahora de negro -como una Caperucita del mal– y como no puede con su genio, en “Sacrimony (Angel of Afterlife)” lanza sus gritos guturales para generar ese clima maléfico. Después de “My Confession”, llega la hora de los solos: Casey Grillo en batería, Oliver Palotai en teclado, y más tarde Sean Tibbetts en bajo mostrando toda su técnica de tapping, para cerrar la primera parte con “Forever”.

Reafirmando ese enlace, esa unión con sus fanáticos, Kamelot encara los bises con “The Haunting” (SomeWhere in Time), “Karma” y “March of Mephisto”, con una gran contrapunto entre Alissa y Tommy, cerrando una noche mágica, que creó un vínculo muy potente (y esperemos que duradero) entre el “Nuevo Kamelot” y sus seguidores.

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