Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Accept

El terror teutónico

Cronista: Fernando Canales | Fotos: Gentileza: Leandro Ciaffone

09 de Abril, 2013

 El terror teutónico

El grupo comandado por Wolf Hoffman y Peter Baltes, llenó el Teatro Vorterix, basando el set en sus dos últimos trabajos pero sin olvidar sus himnos. Quedó demostrado que la elección de su nuevo vocalista es una de los mayores aciertos en su carrera.

Aquellos que piensen que los alemanes son personas que toman mucha cerveza, fabrican autos y (casi) siempre nos ganan en los mundiales, se están olvidando de algo: su música pesada. La misma que forma parte de su Producto Bruto Interno y que obviamente, también engloba a Accept, la segunda banda más importante, después de Scorpions.

La historia reciente de los oriundos de Solingen es por lo menos llamativa. Tres separaciones, tres cantantes (en total) y el alejamiento del vocalista original, Udo Dirkschneider, quien estuvo en tres periodos (1971-87, 1992-97) y quien se dedicaría definitivamente a su grupo U.D.O., después de la gira reunión del 2005. En su lugar llegaría Mike Tornillo, proveniente de T.T.Quick; con él Accept grabaría dos discos, Blood of the Nations (2010)Stalingrad (2012), con los que patearía el tablero y coparía los top 5 de los medios especializados. Sin comparar la elección de Tornillo, que calzó perfecto (?) con las historias de AC/DC o Iron Maiden y sus aciertos, los teutones pegaron el Jackpot.

Un Teatro Vorterix colmado era testigo de esta resurrección, que como primeros signos de su nueva vida, arrojaba la eficaces “Hung, Drawn and Quartered” y “Hellfire” ambas de su último álbum. Cae el primer clásico “Restless and Wild”, Tornillo saca sus credenciales y muestra su voz chillona y filosa como navaja, para entonar “Stalingrad”, un tema que narra la batalla que empezaría a marcar la derrota de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial.

Accept es tan frontal como se puede ser; acá no hay orquestaciones, ni teclados, ni nada; en Accept, 2+2 es 4, y la fórmula siempre es la misma: Riff violentos, melodías muy marcadas, y estribillos con coros, como si fuesen ordenes de algún general al mando. “Breaker” y “Monsterman” son productos de esa conjunción de elementos metaleros.

Wolf Hoffman (guitarra) y Peter Baltes (bajo) son los dueños de la escena y se lo tiene merecido, ya que son los únicos miembros originales que quedan, por eso después de tocar “Neon Nights”, se baten a duelo con sus instrumentos. El lánguido, pelado y virtuoso de Hoffman, (que tira caras a lo Jim Carrey todo el tiempo) lanza un link en su viola y Baltes, en clara desventaja, lo copia a la perfección en las cuatro cuerdas. Dos fuera de serie.

“Bulletproof”, un tema que claramente podría pertenecer al catálogo de los hermanos Young, termina en zapada, mientras en la recamara siguen esperando himnos como “Aiming High”, “Princess of the Dawn”, “No shelter” y “Pandemic”. En los bises, el público se suma a la melodía de “Para Elisa” en manos de Hoffman durante “Metal Heart” – no por nada Beethoven era alemán y considerado el más heavy metal de los compositores clásicos-  para un cierre con dos temazos imbatibles, que muestran el presente y el pasado: “Teutonic Terror” y el infaltable “Balls to the Wall”.

Accept volvió al país con la frescura y calidad que le dio el ingreso de Mike Tornillo, y al igual que Saxon hace un tiempo demostró que el heavy metal sigue más vivo que nunca, y que viejo son los trapos. Sólo queda decir: Danke Accept.
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