Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Pepsi Music

El don de Pearl Jam

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Anabella Reggiani

03 de Abril, 2013

El don de Pearl Jam

La banda de Seattle cerró el segundo día del Pepsi Music, rebautizado pretenciosamente como El Festival Más Grande de la Historia, ante más de 50 mil personas en Costanera Sur que también vieron la primera visita de The Black Keys y la vuelta de The Hives.

Ellos siguen pidiendo perdón por no haber venido antes a Argentina. Acá todos agradecen haberlos escuchado en vivo en Ferro, en el Estadio Único de La Plata y ahora en Costanera Sur. Hablamos de Eddie Vedder (voz), Jeff Ament (bajo), Stone Gossard (guitarra), Mike McCready (guitarra) y Matt Cameron (batería), el grupo de amigos de Seattle que integran Pearl Jam. Quizás la pasión que despertaba esta banda en pleno apogeo, a principio de los 90, estaba dormida, o gritaba pero no tan fuerte (oídos exploradores de nuevos sonidos, corazones sensibles). Lo cierto es que ese grito, no calló en ningún momento y hace más de 20 años que sigue haciendo eco, sigue acompañando y sobre todo, emocionando.
 
Pearl Jam es un conjunto de dones: el primero fue ser una de las pioneras del grunge, un movimiento musical originado a fines de los 80 de la mano de Nirvana y Soundgarden. Un grunge menos pesado, casi alternativo, pero innovador y atractivo por donde se lo aborde. Otro de ellos, que pudo haber provocado un gran fracaso, es el de haberse consagrado con su álbum debut, Ten (1991), e ir mutando en sus otros discos, pero mantener la misma esencia. A todo esto se le suma la oportunidad de armar un show en cualquier parte del mundo sin tener como excusa la salida de un nuevo disco, ni un tour mundial con un escenario 360° y demás cosas extravagantes. Sólo necesita de sus integrantes, que despliegan la misma energía que hace 20 años atrás, pero con una adrenalina más moderada (no pidamos que Vedder a sus 46 años se tire al público, ni salte desde las torres).
 
Si bien con todas estas características se puede describir a una gran banda, hay un don que sobresale de todos los demás, que no sólo transmiten en sus letras, y es lo que les permitió ganar el amor de la gente: la humildad. El cierre del festival fue una muestra potenciada de éste último carisma.

El comienzo fue con “Release”, al igual que en el 2011 en La Plata, una entrada calma, para en un segundo cambiar de estado y ver cómo todo ese hormiguero de gente, que apenas se podía mover, se convertía en una masa que no paró de poguear en “Even Flow”. Desde el comienzo las palabras de Eddie Vedder fueron un “Gracias, gracias” y luego recién un “Hola, Buenos Aires”.
 
Abajo, mientras más euforia se desataba, más se sentía la gran cantidad de gente en el campo, y los que más sufrían, como siempre, eran los de las vallas. Esto hizo que el cantante de la banda pidiera varias veces en la noche que el público diera tres pasos para atrás, para que todos disfruten del show; algo de gran ayuda, pero de lo que no se tenía que encargar la banda, sino la organización del festival, que no cuidó tanto a la gente.

“Deep” y “Jeremy” fueron algunos de los temas que dejaron afónicos a los fans, clásicos con una fuerza indiscutible y arrasadora. La figura de Johnny Ramone, quién quería mucho a los argentinos, combinada con la admiración de Vedder hacia Los Ramones terminó en una versión de “I Believe in Miracles”. Pero no fue el único cover que emocionó a los fans. Luego de "Daugther" mecharon “It´s OK” de Dead Moon, pero en castellano, gracias a un machete que el cantante tenía en un papel. El “¡Está bien, está bien!” resonó en todo el predio con sorpresa y alegría.
 
Toda esa humildad que destila Vedder (sí, el mismo que salió a la puerta del hotel donde se alojaba para cantarle a sus fans con el Ukelele), se sintió a flor de piel en "Just Breathe", cuando en el medio de la canción paró para hablar de las consecuencias que habían sufrido las personas de Capital y el Gran Buenos Aires, debido a las fuertes lluvias del martes por la madrugada: “Nosotros también hemos pasado por este tipo de cosas, la única alternativa es no ponerse extraño. Ustedes van a tener que superarlo y lo van a lograr. Estaremos pensando en ustedes". La ovación fue inmediata, la canción siguió y el público se inundó en la emoción.
 
A partir de allí se vivió un final magistral, donde el público disfrutaba cada minuto que quedaba de la banda. Desde arriba Vedder con unos largavistas intentaba ver hasta el final del campo, pero, se sabe, desde lejos no se ve. “Alive”, “Rockin‘ in the Free World” y “Yellow Ledbetter” fueron las tres últimas canciones, sinónimo de revoleo de panderetas, púas, y gritos, de los que hoy quedaron sedientos de más Pearl Jam pero, qué más se puede pedir, si dejaron hasta el vuelto.
 
¿Quién puede igualar tanta cordialidad?¿Cuántas veces se ven tantas demostraciones de afecto y cercanía hacia el público de parte de una banda consagrada mundialmente? El don de Pearl Jam es el que lo mantiene vivo y los hace distintos, trascendentes e inigualables. Su sencillez, su  humildad y su capacidad de expresión ante más de 50 mil personas. Esa preocupación constante durante el show y esa integridad musical que nunca defrauda. 
 

Persevera y triunfarás: éxito y logro
 
Dos propuestas diferentes, casi opuestas pero cautivadoras y excitantes por igual se cruzaron en la segunda edición del festivalThe Black Keys pisaba el suelo argentino por primera vez. Se enfrentaba a ese público pasional, amoroso pero con capacidad de sentencia. ¿Miedo? No, Nada de eso en un dúo destacado por su fuerza y sonido. Quizás el que tenía que poner la cara era Dan Auerbach, un cantante tímido y discreto, con una guitarra blusera, sucia y potente que se destacó en “Howlin For You”. Por su parte Patrick Carney (con esa cara de nerd treintañero), al mando de la batería no paraba de sacudirse y desbordar rock

Una combinación perfecta, quizás más acorde a un show íntimo, pero que se sabe lucir ante la multitud con “Littles black submarines”, primero en su versión acústica country devenida en un rock furioso, y obtiene la aceptación del público con grandes halagos. Para el final dejaron “Tighten Up” y “Lonely Boy”, hits indiscutidos, coreados y bailados por todo el predio, que de a poco iba albergando a los fanáticos de Pearl Jam.
 
Por la tarde, ya cuando caía el sol, llegaron los suecos de The Hives, quienes sobrepasados de energía, no perdieron ni un minuto del set. Vinieron a comerse al público, con temas como “Hate to Said I Told You So”, y a doblar la apuesta que dejaron pasar en el Pepsi Music 2008. Resultado más que logrado.
 
Cómo ignorar a Howlin Pelle, un frontman excedido de histrionismo, que recorre el escenario de un lado a otro, posa y dice “ ¡No hay silencios en un concierto de los Hives!”, e inmediatamente da una clase de punk rock junto a ese manicomio de excelentes músicos vestidos de frac y galera al igual que él.

El show ganó: el público saltaba y respondía al arengue constante de Pelle. “Vamos a tocar hasta el próximo sábado porque ustedes no quieren ver a Pearl Jam, sólo a Los Hives. Ok, vamos a tocar diez mil canciones”, así fue cómo se despidió antes que suene “Go Right Ahead”. Ojalá esa promesa pase de ser de una ironía a un pacto para el futuro.

 
Nada aguó la fiesta pero...
 
1) El barro pudo haber sido un elemento atractivo para el público claramente en un ámbito más hippie, a lo Woodstock. Todos vimos aquellas postales con lo divertido de chapotear y recostarse en la tierra mojada, pero eran en otros tiempos, más románticos tal vez. 
Los organizadores habían anunciado que el anfiteatro de Costanera Sur tenía pequeños charcos, que no afectaban en nada al predio. Sin embargo cuando la gente llegaba al lugar se encontraba con un campo de barro resbaladizo que ocupaba casi todo el suelo. Trasladarse de un escenario a otro era toda una odisea, mantener las zapatillas limpias fue imposible.
 
2)Durante el recital de The Black Keys y Pearl Jam, el personal de prevención no paró de sacar jóvenes que se sentían mal por el calor, porque les bajaba la presión, les faltaba el aire, o se desmayaban. Sólo les daban una pequeña botella de agua a los que estaban cercanos a las vallas, o a los que acababan de salir del campo para reanimarlos.

 3) ¿Una salida (las de emergencia no se utilizaron) para más de 50 mil personas no será poco?  
 
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