El hombre de la guitarra de metal

Una larga y ordenada fila de metaleros aguardaba por ingresar al local de San Telmo en una noche invernal de otoño. Minutos antes de la medianoche del viernes, el momento llegó: las puertas se abrieron y todos los rincones se llenaron de esos muchachos y muchachas en su mayoría vestidos de negro, el color del metal. El "Tano" Marciello apareció, como no podía ser de otra manera, luciendo remera, jeans y zapatillas en el mismo tono. La novedad: se cortó las mechas, ahora usa pelo corto.

Nada de mezquinar rock de entrada e ir de menos a más. Desde que el telón descubrió el escenario de La Trastienda, Claudio Marciello salió dispuesto a darlo todo en cada tema. Con su clásica arma, la Ibanez CM250 negra que hacía tiempo no se le veía usar en vivo, disparó de comienzo a fin solos cargados de energía eléctrica y poder de fuego. Para hablar de cómo toca la guitarra y de cómo los dedos recorren veloz y virtuosamente el diapasón, debería usar palabras que permitan imaginar cuerdas de metal atravesando esta hoja virtual, pero considero más simple decirló así: es dificil encontrar por estas tierras alguien que lo haga mejor. Saquen ustedes sus propias conclusiones. La ovación del público entre canción y canción también fue una constante durante el show; Marciello, notablemente emocionado, agradecía de manera permanente lo que tenía ante sus ojos, un buen número de fanáticos de Almafuerte, pero que en este caso venían sólo a verlo a él.

La presentación de los músicos permite ahorrar palabras unificando los apellidos. En la noche del viernes, al Tano lo acompañaron su hija Melina en batería, y su primo Pablo en teclado Hammond. Además, participó el joven bajista Leo Radaelli, amigo de la niña. A los tres, Claudio los dobla en edad, aproximadamente. La decisión de compartir el escenario con miembros de la familia tiene un valor simbólico y emotivo más allá de la búsqueda de partenaires de prestigioso nombre. La calidad técnica y la cuestión actitudinal quedaron demostradas con grandes performances, cada uno tuvo momentos para lucirse ante un público que los recibió cautivamente y reconoció con cálidos aplausos.

Para los que quieren saber qué canciones sonaron, aquí va la lista: "Motivo ciudadano", "Adelante", "Libre de temor", "Te vi pelear", "Aunque nos pese el infierno", "Banderas rojas", "Encuentro", "El show de Nahuel", "El Pucará", "De noble corazón", "Las juntarás", "Alma de budín" (de Divididos, incluida en Identificado), "Buena suerte", "Me fui de viaje", "Querido padre", "Rompe barreras", "Adiós Yoli", "Un caso en un millón", "Va benne", "La Matanza", "Con valor al despertar", "Vengo", y "Tenga mano tallador", tema este último que contiene en la grabación de estudio, la guitarra de Norberto "Pappo" Napolitano.

Lo importante del mensaje. Si bien aclaró que "no es muy charleta", quizás en una referencia simpática e irónica de Ricardo Iorio, Claudio Marciello se ocupó especialmente de explicar de que se trataban algunas de las letras antes de interpretarlas. De esta forma destacó el problema de la minería a cielo abierto en el sur, que dio inspiración  para "El show de Nahuel", o el caso de un pibe asesinado de un balazo en un ciber de Moreno, para dar pie a "Un caso en un millón". Infaltable la mención a su hermano Pablo, que le enseñó los primeros acordes, al valor de la amistad, y al sentido de pertenencia al partido de La Matanza, especialmente a San Justo.

La escena final muestra al Tano poseído por la música, con los ojos cerrados, la mano izquierda ligando notas sobre el diapasón, y la derecha extendida hacia arriba como queriendo alcanzar el cielo, el más allá, donde reposan esos sonidos tan dificiles de explicar. La del viernes, fue una noche consagratoria para Claudio Marciello, que presentó oficialmente su tercer y último disco como solista, Identificado, editado en el año 2010.